miércoles, 24 de junio de 2015

"Crónicas periodísticas de la Guerra de África (1859-1860)": "Hasta el postrer aliento se baten con un encarnizamiento salvaje..."

Museo del Ejército (Burgos)


-Mira, hijo, la guerra de verdad es algo muy duro, no es un juego. Imagina cuerpos destrozados, mucha mucha sangre, calamidades, sufrimiento, muerte, el combate cuerpo a cuerpo...tu abuelo que era militar y la conoció bien me contaba historias terribles. Luego no podía dormir.

-Tiene razón tu madre. Así es. No tiene nada que ver con tus soldaditos, tan marciales e impecables.

Museo del Ejército (Burgos)

Tú piensa en hacerte ingeniero y construir cosas bonitas.

-Lo pensaré, papá. Buenas noches a los dos.

 -Anda, vete, que te está esperando el aya para llevarte a la cama.

-El aya me dijo que el hijo de Blasa se va a la guerra.  ¡Y que estaba llorando en la cocina!

-Lo sabemos, hijo. Ya te hemos explicado que tú no tendrás que ir, si no quieres.

Doña María y don Carlos se quedan solos. Sobre la mesa tienen algunos ejemplares de "La Iberia".



-Bueno Carlos, ahora es tu turno. Cuéntame lo que dice don Gaspar en la del 7 de diciembre.

-¡Pero tú ya lo has leído!

-Sí, pero me gusta escucharte y ver tu punto de vista...de hombre.

-De acuerdo. Veamos. Bellas costas, hermosos amaneceres, gloriosos recuerdos liberales ligados a Cádiz, el embarque en las playas del Trocadero, la de los cien mil hijos que venían a ponernos las cadenas de nuevo. 


“No es fácil describir la animación que reinó durante el tiempo que tardaron hombres, caballos, acémilas, bagajes y pertrechos en pasar a bordo”.  “Los soldados marchaban alegremente”, los caballos “a fuerza de brazos y pataleando”; el instinto de las bestias es sin duda más sabio.

Sigamos. Las naves iluminadas, el silencio, la luna, el sentimiento patriótico, el murmullo de las olas, la inmensa mancha negra de la costa. Dice el cronista que “todo contribuía a aumentar la emoción”.  El “Isabel II” da la señal y todos los buques emprenden la marcha.



¡Por fin! “Al rayar el alba…las crestas de Sierra Bullones y el cabo Espartel”



Las costas españolas son visibles también, ahora más bellas, para algunos será la postrera mirada. Las africanas aparecen “envueltas en una inmensa faja rojiza”. Un sol violento y un rojo que se nos antojan premonitorios.



Tarifa y Sierra Bullones, frente a frente. El cronista ve Tánger vagamente, con anteojos. Se puede decir que ahí ha tenido esta guerra su nacimiento. Ven levantarse grandes humaredas en las cumbres africanas, están anunciando que se acerca la escuadra. ¡Es la guerra!



Trafalgar, Gibraltar, más recuerdos históricos. Que los deje aparte el “fiel y exacto cronista”. Dice que no sabe como se apropiaron los ingleses del Peñón, demasiado lo sabe. 




En el vapor tuvo el gusto de conocer a oficiales distinguidos y al famoso ayudante Álvarez que padeció las amarguras de ser preso de los “rifeños”. Y también al intérprete  Aggia Batain, un moro argelino al que se le escapa, por una herida del cuello, parte del mucho vino que trasiega y asegura que  “moro fino, bebe vino y come tocino”.  ¡Es de desear que cumpla con los españoles mejor que con el Corán!

Después de “una felicísima navegación” desembarcan en la cristiana Ceuta, en cuyas altas murallas  “flota orgullosamente la bandera española”.  De vez en cuando oyen disparos de cañón. Se ven soldados por todas partes, no se ve otra cosa...



-Y los víveres carísimos, no olvides ese detalle que don Gaspar no olvida.

-Sí, los víveres. Aquí llega lo que interesa. Ha sabido de algunos pormenores sobre las acciones que hubo antes de su llegada, en las inmediaciones de la ciudad.

“Los moros han acometido violentamente, en tropel y con un valor extraordinario a nuestras tropas, sin miedo a la metralla" ¡Y los que hirieron a Echagüe estuvieron a cuatro pasos de él y de los que le acompañaban!




"Se baten con obstinación, dando pruebas de un valor personal, que sería invencible si le acompañara la disciplina"

Les falta disciplina y sienten pánico ante las cargas a la bayoneta. Por suerte para nuestros soldados...Huyen y arrastran sus cadáveres para que no caigan en manos del enemigo.

-Sí, porque si son profanados por manos cristianas no pueden entrar en el Paraíso que Alá les tiene prometido. ¿Sabes que les esperan allí no sé cuántas doncellas siempre vírgenes y a su disposición?

-No lo sabía. Ahora entiendo la razón por la que se arriesgan y vuelven al campo de batalla con "obstinada energía", como dice don Gaspar. Y es imposible hacer prisioneros. Lee: "Hasta el postrer aliento se baten con un encarnizamiento salvaje, y cuando caen heridos no dejan de blandir la gumía, mientras  la moribunda mano puede empuñarla y hay en torno cristianos pechos en donde hundirla."



-¡Salvajes carniceros! ¡Por Dios, que no te oiga Blasa nada de eso, que bastante tiene la pobre!

-Y nuestro cronista visitó el campamento. Le sorprende la animación que reina en él, tiendas y más tiendas, y en las de los generales ondeando la bandera.

Termina la crónica con la posición de la división del general Echagüe. Ocupa la vanguardia situada desde el Serrallo hasta las posiciones tomadas en Sierra Bullones.


-Es la posición del momento en que redacta la crónica. Seguramente hayan conquistado más territorio. ¿Y Prim? 



-Lee:"El cuerpo del ejército del bravo general Prim se extiende a la izquierda, conforme se sale de la ciudad..." La carta se alarga. Mañana nos dará más pormenores. Pasa al siguiente de "La Iberia", ahora te toca a ti.

-Tengo sueño. ¿Te parece si lo dejamos por hoy?

-Como quieras, mañana la del 8 de diciembre. A ver si Núñez de Arce recibe su bautismo de fuego. 

Doña María y don Carlos se retiran. Blasa, la cocinera, entra sigilosamente en la sala y contempla los ejemplares que están encima de la mesita. Pero ni siquiera osa tocarlos. No sabe leer. Cuánto le gustaría que alguien le descifrara lo que esos papelotes cuentan sobre la guerra de Ceuta, esa a la que su hijo va a ser enviado. Mañana le pedirá a la señora que le lea un poco y le explique. Doña María es tan buena y...tan lista, ha estudiado mucho para ser mujer.

Blasa vuelve a la cocina.

Un abrazo de:

María Ángeles Merino

Doña María, don Carlos y Leopoldito.
Palabras extraídas directamente del libro de Núñez de Arce.

miércoles, 17 de junio de 2015

"Crónicas periodísticas de la Guerra de África (1859-1860)": "...por España y por su valiente ejército, en quien se fijan hoy las miradas de la Europa entera"


Los libros de este curso al sol de la mañana.




Avellaneda, Laforet, Martín Gaite, Abella, Vargas Llosa, Muñoz Molina, Herrera y...Comenzamos una nueva aventura lectora, la última de este curso. Tengo en manos un pequeño libro titulado "Crónicas periodísticas de la Guerra de África (1859-1860), de Gaspar Núñez de Arce, edición de María Antonia Fernández para "Clásicos de Biblioteca Nueva". La introducción  comienza resaltando el apasionamiento que este conflicto provocó en su época, proyectado en poesías, representaciones teatrales y artículos periodísticos que contribuyeron a aumentar la expectación que la declaración de guerra había provocado. 

Los grandes periódicos españoles comienzan a buscar nombres idóneos para la nueva figura de corresponsal de guerra. Y los méritos literarios, junto con la amistad con el director del periódico progresista La Iberia, convierten a Núñez de Arce "en el encargado de narrar la guerra en directo para unos lectores ávidos de información de primera mano". 


"Los textos publicados...desde noviembre de 1859 hasta marzo de 1860 bajo el título de Correspondencia particular de la Iberia", tuvieron una gran acogida de público...la fama del joven poeta creció enormemente. La notoriedad pública alcanzada por el trabajo de corresponsal de guerra le sirvió como plataforma de lanzamiento de una brillante carrera política y literaria...a todo ello hay que sumar la evolución de su pensamiento político, muy relacionada con las amistades que hizo en África, en especial la del general O´Donnell."


Antes de comentar las crónicas, busco algunos enlaces acerca de esta guerra: 



También es muy útil la citada introducción de María Antonia Fernández. Leo un poco de aquí y de allá y me creo una imagen del ambiente creado en España por este acontecimiento tan popular. Y la imaginación me lleva...

A un saloncito de una casa burguesa española, pongamos que madrileña, en 1859. ¡Ya está! El padre, don Carlos, la madre, doña María, el niño, Leopoldito,  y algunos ejemplares de "La Iberia" enviados por correo, cuatro o cinco, cada uno rodeado de su fajín de papel. 

-¡María! ¡Los periódicos! ¿Dónde me habéis puesto los cuatro o cinco que recibí ayer?¡ "La Iberia"! Ni en el buró, ni encima de la mesa del despacho. ¡Mira que os he dicho que no me toquéis mis papeles!

¡Lo habrá cogido Leopoldito para fabricarse sus recortables! ¡Valiente tropa se monta este niño! Moritos con turbante y  soldaditos españoles con el ros bien puesto. Como no le bastan sus soldaditos de plomo, refuerza su ejército con los de papel. A unos los arma con gumías y lanzas, a los otros con fusiles y bayonetas. ¡Qué ardor guerrero el de la criatura!



-Sí, buena mano tiene el niño para el dibujo. Pero no, no te ha cogido La Iberia. Aquí lo tienes, le he echado un vistazo. 

-No sabía que te interesara la política. La guerra es cosa de hombres, esposa mía.

-Y de mujeres que se quedan en casa llorando al hijo que acaso no vuelvan a ver. Pena me da ver a Blasa, la cocinera, que su hijo lo han llamado a filas…Parir a un hijo con dolor, como dice ella, para que te lo maten con una navaja curva, como a un cordero.


Gumías

-No habrá dolor para ti.  Carlos, nuestro hijo mayor  tiene asegurado el no ir a la guerra, ya sabes que pagué los 6000 reales de la redención. Y, si no lo hubiera hecho ya, a tiempo estaría de buscar un soldado sustituto, por el mismo precio.


Moneda de 1 real de 1859. 

 Pensé también en el pequeño y,  por si vienen mal dadas, acabo de firmar una poliza con la Compañía Catalana General de Seguros, un seguro contra quintas. Pagaré cada mes una cantidad para que Leopoldito no tenga que ir , lo hacen ya muchos padres de hijos varones. Son avispados estos catalanes. Y patriotas, pardiez, no sé si sabes que han formado un tercio voluntario para ir a batirse el cobre en Ceuta. Lo mismo que los vascos.




-Excelente idea, pero mira tú por donde a nuestro niño le tira lo militar. Dice que de mayor quiere ser capitán de húsares, qué sabrá la criatura. Ojalá se le quite de la cabeza, con lo bien que dibuja y un buen profesor de matemáticas...sería un gran ingeniero.

-Sí sabe, que lo saca de los libros de milicia que dejó tu difunto padre, su abuelo, menudo carlistón estaba hecho el señor comandante, que en la misma gloria de don Carlos María Isidro descanse. Dejemos a los difuntos y dime qué trae "La Iberia" que te tiene tan interesada.



-Un respeto para mi padre, maridito mío. Me he leído de pe a pa las crónicas de don Gáspar Núñez de Arce, qué pluma la del vallisoletano. ¡Se nota su condición de poeta! Tú todavía no te has dignado leerlas, que tienen intactos los fajines.

-No he tenido tiempo. Y mira, ahora me pica la curiosidad. ¿Qué dice el bueno de don Gaspar?

-He viajado con él, desde un barco, por toda la costa mediterránea. ¡Qué bonita! Divisamos la gigantesca vegetación de Cataluña o Valencia, la desnudez de las rocas de Alicante "iluminadas por un sol de fuego", las cumbres de Sierra Nevada "envueltas en azuladas brumas" y las atalayas, recuerdos vivos de los moros en la costa...Al llegar aquí, don Gaspar parece recordar que el viaje no es de placer sino que va a una guerra. Mira, aquí dice:

"...se divisan en todos los puntos culminantes de la costa las ruinas de antiguas atalayas, recuerdos vivos de aquellos tiempos en que esos mismos bárbaros a quienes vamos a combatir invadían nuestras playas, robaban nuestras mujeres, incendiaban nuestros pueblos y esparcían por todas partes la desolación y el espanto."


Torre almenara del Saladillo (Estepona) 1575. 

-Y recuerda a los lectores, la calaña de nuestros enemigos, heredada sin duda...viejas afrentas. Entre col y col, lechuga.

-Sí, así es, porque sigue con los pueblitos andaluces, tan blancos que parecen "formados por la espuma que el mar arroja". Málaga con sus calles tortuosas y sus riquísimas pasas, gloria para  los golosos europeos, y su puerto tan animado en época de vendimia, o "vendeja".

Y cómo les gusta Andalucia a los ingleses y alemanes acomodados que pasan allí el invierno, gozando de nuestro sol. Ellos tan amantes de la poesía que organizan banquetes para honrar a su amado poeta Schiller con patriótica veneración, dándonos ejemplo, que nosotros enseguida olvidamos a nuestros grandes hombres...Tuvieron el detalle, los alemanes de la comilona, digo, de brindar "por el buen éxito de nuestra campaña en África, por España y por su valiente ejército, en quien se fijan hoy las miradas de la Europa entera". ¡Los laureles de  Carlos V y de Juan de Austria reverdecerán! 


-Sí, buen detalle el de los alemanes, lo de los laureles verdes  seguro es cosa del vallisoletano.¿No es ese Schiller el de "Don Carlos", el que dejó en tan mal lugar a nuestro rey Felipe II, acusándolo de mal padre? 

-El mismo Núñez de Arce debería escribir su don Carlos, sería mejor que el del alemán y más verdadero. No nos vayamos por las ramas.



 Nuestro cronista se embarca para Cádiz y allí ve  a los soldados, los del general Ros, armar y desarmar las tiendas de campaña que les cobijarán en suelo africano. Y no veas el entusiasmo de la multitud que acudía a ver estos ensayos "deseosa de ver vengado el ofendido honor nacional y ondeando en la otra punta del Estrecho la generosa y heroica enseña española".



-Parece que veo a la patriótica multitud, sigue María.

-Felicísimo fue su viaje hasta Cádiz. El Estrecho de Gibraltar lo pasó de noche y así evitó el berrinche de ver flotar en ese rincón de la Península una bandera extranjera.



Al amanecer, dos sublimes espectáculos a su vista: el sol, "globo de fuego inflamado" y Cádiz, "verdadera Venus meciéndose en una concha". Hay que verla desde el mar, tan blanca como la espuma, tan gallarda como las aves que se mecen en las ondas, diáfana, transparente, brillante...En lugar de "Ir a Nápoles y morir", que dicen los gabachos, nosotros deberíamos decir "ir a Cádiz y admirar". Y don Gaspar da rienda suelta a su pasión liberal, aquella Cádiz que él conoció cuando la guerra contra las tropas de Napoléon, la ciudad de Hércules donde se meció "la cuna de la libertad española", entre estampidos de cañones extranjeros. La liberal España que legislaba y combatía a la vez.

-Sí, qué hombres aquellos que alumbraron la Constitución, nuestra Pepa, tan pisoteada por tantos. El mismo pueblo gaditano fue tiroteado aquel día aciago de 1820...

-Escucha, marido: "Cádiz debe estar orgullosa, su nombre está escrito en la primera página en el libro de nuestra regeneración" .




El cronista reconoce no conocer "la perla de Andalucia" lo suficiente para dar una descripción minuciosa, ni va a tener tiempo. Pero no deja en el tintero las calles rectas ni las  hermosas, plazas espaciosas ni la estatua de Balbo, gaditano romano, el "primer extranjero que subió en triunfo al Capitolio". ¡Y el puerto! Concurridísimo y ahora mucho más. "Reina gran animación en el comercio, y en todos los habitantes un decidido entusiasmo".


-Como en todas partes donde se mueve el dinero. La euforia no durará mucho. Sigue. ¿Qué más cuenta?


-Que hijos de familias acomodadas han solicitado y obtenido su ingreso como soldados en el ejército expedicionario. Incluso conoce a un "apreciabilísimo joven" que se ha ofrecido como voluntario, a cuenta suya su equipo y manutención. ¡Menudo chasco se llevarán esos niños de papá cuando vivan el horror de la guerra! Cuerpos destrozados, sangre, calamidades, sufrimiento, muerte, el combate cuerpo a cuerpo... lo que contaba mi padre pone los pelos de punta...y eso que era su oficio.




-¿Cuenta algo más en esa primera crónica?

-Poco más, que estuvo en la función que daban en el Ateneo, donde se leyeron poesías alusivas a la guerra, algunas "de mérito sobresaliente"que obtuvieron "un éxito en extremo satisfactorio". El más conocido allí era el cronista de la prensa gaditana Sánchez de Arco, dicen de él que está dispuesto a asistir a las mismas batallas. 


-Ya veremos si se muestra tan valiente cuando haya batallas de verdad.


- A don Gaspar Núñez de Arce le hubiera gustado asistir a la revista de tropas en el Puerto de Santa María. Pero no ha podido porque ha de estar a la mira de los vapores que entran y salen para volver cuanto antes a Málaga. 




Cierra la primera crónica el 18 de noviembre, la que se publicó el 23. La próxima ya la hará desde suelo africano. Aquí tienes la escrita el primero de diciembre, en Ceuta. No te cuento más, lee tú y luego me comentas.

Dejo a don Carlos leyendo, sentado junto al calor de la chimenea. Doña María iba a sacar algo del costurero, pero acaba de entrar Leopoldito con sus  soldados de plomo y toda su atención se concentra ahora en el niño. Ayuda a su hijo a colocar las pequeñas piezas sobre la alfombra, digo...sobre el frente de batalla. ¡Bum! ¡Bum! 





Acaricia a su hijo, se alegra de que nunca vaya a la guerra. ¡Bendita poliza! Pero...¿y si el niño se empeña en seguir la carrera del abuelo Leopoldo? 


Un abrazo para los que pasáis por aquí de:

María Ángeles Merino

Doña María y don Carlos.

Palabras extraídas directamente del libro de Núñez de Arce.

miércoles, 10 de junio de 2015

"La gratitud": Fermín Herrero con sus lectores en el Museo del Libro Fadrique de Basilea, de Burgos.


La entrada era libre hasta completar el aforo. Intervinieron, en la clausura del curso, Manuel Sancho, Presidente de la Asociación de Antiguos Alumnos y Amigos de la Universidad de Burgos y Pedro Ojeda (Director del Club de lectura, escritor y profesor de la Universidad de Burgos)."

Allí estuve con mi cuadernillo, escuchando y tomando notas. Aquí tenéis mi pequeño reportaje. He procurado ser fiel, pero me puedo equivocar. No son fáciles los poemas de "La gratitud" y no es fácil coger al vuelo las palabras. 

Comienza Pedro Ojeda:

-Llevamos veinte días leyendo este poemario. ¿Difícil?

Fermín Herrero, una de las mejores voces de la poesía contemporánea. Una voz que ha ido trabajándose libro a libro, una voz esencial. La gratitud es el trabajo esencial sobre su paisaje  y el diálogo que el poeta establece con él. Como castellanos, reconocemos muchas cosas, muchas sensaciones sobre las que hoy tenemos la oportunidad de profundizar. Comprender esta poesía que nos puede parecer enigmática, pero no lo es, es lo más esencial del ser humano.

Y da paso a Fermín Herrero que, ante sus poemas, dice sentir ¡remordimiento!

-Cuando acabas un poema, notas que no vale para nada, lo notas al cabo de algunos días.

 Me presto a hablar de mis poemas, pero me resulta embarazoso.

La poesía tiene lectores pero no tiene público.

Poeta de poca gente, lo que escribo es para poca gente, los chicos jóvenes no me entienden. Los de mi pueblo tampoco. Los urbanitas tampoco. En Barcelona, tengo dos lectores extraordinarios que leen mis poemas a los alumnos y sienten que eso es castellano, el mejor elogio que me pueden hacer. En general, el camino elegido no tiene que conducir a tener lectores. Me han dado premios, ahora me han dado uno, es sorprendente para mí.



¿Escuchar a los alisos? ¿Chopos machadianos?




Yo no puedo escribir sobre los “álamos cantores del Duero”. En el primer poema de “La gratitud” no hablo de chopos sino de alisos. En Soria no hay alisos, sí los hay en Valladolid. Cuando yo escuché a los alisos me resultó sorprendente, un sonido desusado. El chopo tiene un sonido más espeso. . Una sensación pequeña. Rilke escuchaba a los árboles.




Me siento más a gusto en la creación que en el mundo.

Defender la poesía. La poesía, la lectura de poesía. Hoy se vende más poesía que nunca, poesía mala...

Tiene “La gratitud” un componente moral, virtudes que se han perdido.

Vuelta al pensamiento fundamental del siglo XX, volver a filósofos tapados por el nihilismo, una corriente del pensamiento que de alguna manera está en el libro. En ese camino, elegí el título. La gratitud es el punto máximo del pensamiento, dar gracias a la creación.

La poesía es una vía de conocimiento, no te hace mejor persona.

Sin embargo, Pedro Ojeda destaca el contenido moral de “La gratitud”. El ser humano no debe dejar huella negativa, por respeto ético al mundo y a la creación.



-La poesía es una enfermedad, una afección. La poesía es una manera de entender la vida "religiosa", sin ninguna de las virtudes. Incomprensible para la gente.

La prosa tiene que precisar, el escritor del poema tiene que quedar en la ambigüedad, en el misterio. 

Escribo de una manera muy rara, de golpe, no podría escribir poemas sueltos. Escribir hasta el último momento, como “rabinos desnudos hacia la muerte”.  Lo que llevo dentro, lo voy escribiendo. Cada cuatro o cinco años, vuelvo a mirar el manuscrito y no lo toco. 

-Un lector  pregunta por el poema del chopo que es álamo.


"y el mismo chopo. El mismo chopo. Que es álamo"



-El remordimiento de escribir tanto sobre árboles sin entenderlo. Lo de equivocarme de árbol es una “ventana pintada”. Como si me acercara a un árbol y viera mi ignorancia, nunca conoceré su esencia.



"Ignoro por completo la naturaleza 
de la savia, su pálpito, su sustancia. Cómo
he podido conjeturar tanto de los árboles
sin haberme jamás avecinado a sus entrañas
..."



- La poesía de Fermín Herrero no se impone al lector, te acompaña, no impone la visión, no se siente acogotado por el poeta. “Tu trabajo de huir de la metáfora”.

-“El hoyo de la poesía” es la metáfora. Enemigo de la metáfora.


-Pedro Ojeda recuerda un poema que comentó en "La acequia". Contiene una enumeración de palabras en desuso, difíciles para el lector.  Consigue Fermín Herrero, como en el mejor Machado, que el lector se empape de esa conversación interior del poeta con su propia conciencia, que va describiendo las cosas que tiene delante -el paisaje, los seres humanos- para dotarlas inmediatamente de un significado que las trasciende. 


"El sol, el acebal, el ventarrón, la bardera
de nubes, los barbechos abajo,los rebollares
de la dehesa, chaparrales, el sotillo junto
al río...

-Un lector da su visión. Ve "La gratitud" como un proceso de depuración,  hay poemas  más cerrados y poemas más abiertos. Se suprimen palabras, son tan elípticos que le parece estar delante de un cuadro abstracto. El lector va buscando significados, se tiene que conformar con las sensaciones que provocan. ¡Difícil pillar la métrica si la tiene! El lector se tiene que conformar con sensaciones, dejarse llevar por versos sueltos. ¿Solución?




-Fermín Herrero le dice que los más metafísicos no tienen solución.

-¿Y ese poema de la página 46 que habla de "disciplina" y "jardín japonés", así sin artículo? Parece un cuadro abstracto.


"Quizás la disciplina. En un país
lluvioso, jardinero japonés que supiera
escuchar a todos los árboles..."



-Para Pedro Ojeda, el lector va buscando la esencia, el rastro. La mayor parte de la poesía de hoy se entiende a la primera y él sospecha del poema que se entiende a la primera. Opta por la poesía que nos mejora, nos quita los verbos, nos quita el sustantivo. Nos lleva a releer.

-Los poemas me los dirijo a mí. Pretendo rescatar la sintaxis campesina que está hecha de elipsis, que deja las frases a medias. 

¿Cómo llegar al sentido y su imposibilidad? ¿Es posible llegar a la disciplina, al jardín japonés?Sería imposible escuchar a los pájaros. Aún siendo un jardín japonés hay que tener en cuenta la helada. 


¿Qué nos queda? ¿Disciplina o dejarse llevar por el vacío?

¿Explicar la poesía? "El fin de la poesía", como dijo en cierta ocasión, muy enfadado, José Hierro.


-"Explicar el poema, lo matas". El poema se te impone.

-Fermín Herrero: La poesía es el misterio que tienen todas las cosas.

-Pedro Ojeda tiene una pregunta encargada. El poema que comienza "Por una burra me vendieron". Sorpresa, bofetón, qué sucede, estoy en otro poemario. ¿Cómo se construye este poema? 


"Por una burra me vendieron, allá
sobre el año cincuenta. Sólo le parecía
mal a la maestrilla..."

-El poeta comenta que el poema le trajo problemas. Es una historia real que le contó una maestra de un pueblo soriano. La de una mujer, una niña, cambiada por una burra. Una mujer que no podía tener hijos se la pidió a sus padres. Un bloguero lo leyó e hizo averiguaciones, a la protagonista tal vez no le gustó...País de cabreros que ahora es país de blogueros intratables...dice. ¿Por qué este poema? Por gratitud a la creación.

-Un lector le pregunta si escribe prosa.

Empecé escribiendo cuentos, pero no valía. Escribo en "El Norte de Castilla", en el suplemento, acerca de mis escritos. "Novela no, no valgo".

- "Estamos hablando de otro mundo"

-"Mis padres no tenían ningún libro, en una generación ha habido un salto". Ser de familia humilde es una ventaja de partida, haber conocido la pobreza...

-Ese reconocimiento a las personas que nos han precedido.

-Personas que han levantado el país...

¿Alguna pregunta más? 

-"Somos ya los lectores de su próximo libro. Que no espere cuatro años".

Fermín Herrero nos firma nuestros ejemplares de "La gratitud". El mío va dedicado a una "bloggera de pro". Gracias, Fermín, fue un placer leerte y conocerte en persona; a pesar de la dificultad de tu poesía. 




Mi compañera María Jesús Caballero  le recuerda que le conoció de pequeñito, en Ausejo de la Sierra. Fermín había leído ya la anécdota en este blog, lo de Ferminito, el niño de los ojos abiertos, y la buena memoria de la hija de la maestra de Cuéllar. 

Por cierto, que por allí vimos a un niño muy guapo, muy atento a todo lo que pasaba en torno al escritor. ¿Ferminito?

Afuera, nos esperaba la lluvia. 

Un abrazo para todos los que pasáis por aquí de:

María Ángeles Merino


Utilizo el color azul para las palabras de Pedro Ojeda.
El color naranja para las de Fermín Herrero.

miércoles, 3 de junio de 2015

"La gratitud" de Fermín Herrero: "Aflicción"

 
"Aflicción"
 
 
Fue un placer soñar al poeta niño que escucha a los alisos y toma la medida del mundo, siempre con los ojos bien abiertos.


Lo dejamos al atardecer, con el lila de los brezos y el fulgor de la sierra solitaria. Un horizonte que da paso a la aflicción.

Leo varias veces los poemas de "Aflicción", con los oídos interiores bien abiertos. Su ritmo es pausado, reflexivo, desengañado. Busco los acentos, las pausas...las piedrecillas en el camino. Construyo mi lectura, la interiorizo, interpreto sentimientos e imágenes, todo a mi manera.

"Busco los acentos, las pausas...las piedrecillas en el camino"
 

Y, ahora que nadie me oye, recito en voz alta. Es mi versión, mi melodía. Me escucho, soy mi público. Porque recuerdo una entrada de "La acequia", de cuando leíamos a Neruda, donde  el profesor Pedro Ojeda, nos animaba a hacerlo, dado que "la poesía es ritmo". 

No sé yo...¿Habré desentrañado bien las claves rítmicas? ¿Habré seguido bien las piedrecillas? ¿Eran esas las que debía seguir?  Fermín Herrero, sin duda, puso un ritmo armónico a sus palabras. Mi lectura sigue mi ritmo, posee su música, la mía...no sé yo.

Recitar



Sentimientos, imágenes. Leo, ahora para dentro. Me recibe el verbo agriar, un verbo con un hiato que corta como cuchillo: agría.

"Cómo me agría todo, de golpe, aun
siendo lo de costumbre..."


Un sabor agrio que invade lo cotidiano. Comprendemos.

"...Conforme comprendía
que el goce y el dolor tienen la misma
naturaleza, son inseparables, no se compensan".



¿Se compensan el goce y el dolor? ¿O son hermanos inseparables?


"...Cómo
he podido conjeturar tanto de los árboles
sin haberme jamás avecinado a sus entrañas
...
...Cómo he podido conmoverme
sin averiguar si en el fondo había algo
o sólo en la corteza lo ilusorio..."


Conjeturamos de los árboles, de los hombres, tal vez de la misma poesía. Nos equivocamos.

"...la torpeza
y el mismo chopo. El mismo chopo. Que es álamo."


El chopo era un álamo. Nos ha engañado la ilusión de su corteza.

Un famoso chopo soriano ¿O es un álamo?


"De qué le vale a un hombre haber arrinconado
sus pesares, pedirle cuentas a la congoja para
salvaguardar su regocijo, hacer ceniza de cualquier
deseo, en fin, tirar de la niñez hasta volverse
boca, palabra, canto, poner en cada cosa
los ojos de chiquillo, verter su asombro...


"...poner en cada cosa los ojos de chiquillo, verter su asombro..."

¿Y si arrinconamos nuestros pesares?
¿Y si pedimos cuentas a la congoja?
¿Y si hacemos ceniza de cualquier deseo?
¿Y si nos refugiamos en el niño asombrado que fuimos?

"...De qué
le sirve si al salir de casa estuvo a punto
 de pisar tres gurriatos, caídos del tejado, todavía
en chichotas, latiendo, despanzurrados contra el suelo."

Nos detenemos, cuidado, que pisamos a tres "gurriatos...todavía en chichotas". Las palabras campesinas caídas en desuso son más contundentes. Todavía late su pequeño corazón, en su cuerpo "despanzurrado". No hay remedio.


"...Y oye el canto de la perdiz. Y se pregunta."

Oímos el reclamo de la vida. Nos preguntamos, no hay respuesta.

"...Ninguna muerte mía
aún y sin embargo están doblando
las campanas aquellos días sin resuello
porque ya quema el tiempo, aniquila."

Las campanas no dan tregua.


"Camina muy despacio y en cada verso
se silencia porque no encuentra a nadie
que responda.."

...Empieza a andar de nuevo, hormigas, las hormigas."

Sólo hormigas. Silencio. ¿Quiénes son las hormigas?


"En medio del embalse vigila la espadaña
con aire de derrumbe. El agua sube por los sardones
los arbustos parecen emerger de lo líquido..."

El agua nos cubre, no sabemos cuánto nos anega.

 
"...el río baja muy revuelto
cuando ayer mismo limpio venía, quedo
me hablaba, como no queriendo. La de veces
que le habré oído solo, completamente solo, después
de las tormentas...El corazón se aprieta una miaja
..."
 
Se revuelve, pero resiste en solitario a todas las tormentas. Una miaja.
 
 
 
Sol, acebal, ventarrón, bardera de nubes, barbechos, rebollares de la dehesa, chaparrales, chaparrales, sotillo, cañadas, tesos, barranqueras y roturos, risqueras, herbazales, tolmo, jaral, currucas y tordillos, aguilucho, torzuelo, uñagatas y mielgas, aliagas, tobas y romero. "...Nada".
 
¿Nada? ¿Todas esas hermosas palabras? ¿Estás seguro, Fermín?
 
"...Nada. Puede
que sea mi carencia su sentido"
 
 
"...Al pararme a pensar
de cuanto tuve sólo conservo su inconstancia."
 
Olvidar, sólo el transcurso es nuestra recompensa. No hay antes ni después, ahora.
 
"...En mí hablan muy despacio
las mujeres..."
 
"...como cuando el mar nos devuelve
la solidez del útero..."
 
"...aunque era largo
el sabor de la fruta verde. Cuántos años."
 
Mujer, solidez, mar, útero y el sabor de la fruta verde.
 
 
"En la quietud del pueblo está nevando. Qué tardía
su templanza, cuánto habría necesitado
escuchar a la nieve en mi mocedad..."
 
Nadie escucha la nieve en mocedad. No hay tiempo ni oídos para ello.
 
 
"...iré del rencor al desánimo hasta
que no esté para nadie. Me temo que no lograré
evitar la amargura cuando decaiga y envejezca."
 
Pero "uno se hace a todo".
 
 
"En la luna de agosto muerta
la golondrina, la primera. Un viento
oscuro, no mirar, no volver a mirar
si ya no puedes darle hálito, dejar
de lado la aflicción..."
 
 
¿Qué hacer cuando llegue el viento oscuro?
 
"En su regazo, bajo la luna llena
seguir imperturbable, ante lo atroz juntar
la nieve, hacerse niño en la rosa final"
 
 
Dejamos de lado la "Aflicción". De la mano del poeta vamos a "Razón de ser".
 
Un abrazo de María Ángeles Merino
 

Los versos en naranja están tomados de "La gratitud", Fermín Herrero, colección Visor de Poesía, VISOR LIBROS, ISBN 978-84-9895-878-2014.