miércoles, 15 de octubre de 2014

Majadero insensato, ¿no ves desde aquí los altos chapiteles, la famosa puente levadiza y los dos muy fieros grifos que defienden su entrada a aquellos que, contra la voluntad del castellano, pretenden entrar dentro?

-Salúdole, señora mía. Vengo de pasar horas y horas discutiendo con el cronista Cide Hamete a voz en grito. Me lo encontré detrás de esta pantalla, no llegamos a las manos pero poco nos faltó. Que si don Quijote desamorado o enamorado, que si mi Sancho es más sabio y el tuyo más tonto y más comilón, que si en el tuyo hay más suciedad maloliente, que si van o no van a Zaragoza, que si muere en la cama o encerrado en un asilo de alienados...¿Me oye su mercé?

-Óigole con dificultad. Sabio Alisolán, no debería forzar la voz; déjeme a mi comentar el capítulo y tómese unos cuantos vasos de té con menta, para hidratarse; pero templaditos, que el calor también irrita. Uy, se me olvidaba que en el limbo literario son incorpóreos, no padecen de la garganta.



-¡El rojo Apolo esparcirá sus rayos sobre la tierra! ¿Y nada más? 

-¿Acaso piensa, señora mía, que son pocas palabras? Podía haber escrito "tres horas antes de amanecer" y dejar en reposo la péndola.

-Bueno, si se trata de economizar palabras...

-¡Hola! Aquí estoy yo, añadiendo a este escrito lo que me plazca, en tinta verde. Cide Hamete Benengeli para servirles. 

Sin duda, doña María de los Ángeles añora rubicundos Apolos y pajarillos de arpadas lenguas; aquellos amaneceres que pintaba mi irónico don Miguel, a la manera de los libros de caballerías. Ay, señor Avellaneda, que un refrito es un refrito. Vea:



- Es todavía de noche y, allá van, don Quijote y Sancho. Buenas armas lleva el caballero. Buenas alforjas y maleta de ropa blanca porta Sancho sobre su jumento. La luna está clara, no han topado con malos agüeros y nadie los ha sentido; al menos eso piensa el eufórico hidalgo. Pero Sancho teme que salgan en su busca y los vuelvan a casa en jaulas y encadenados.

Los temores escuderiles molestan a don Quijote. Para que Sancho entienda que el miedo no cabe en su caballeresco corazón, proclama que volvería y se enfrentaría al cura y a todos los grados eclesiásticos, al barbero y a todos los militantes hipocráticos, veterinarios incluidos. 
¿Es posible que Sancho le tenga en tan poca opinión? ¿Que no se haya dado cuenta del valor de su persona, la fuerza de su brazo, la ligereza de sus pies y el vigor de su ánimo? Ya le puede poner delante de tigres hircanos, leones africanos, sierpes libias o ejércitos cartagineses. Ya lo comprobará en las famosas justas de Zaragoza, donde ahora van. 

-Que no, que no van a Zaragoza. Que darán un rodeo y llegarán a Barcelona.

Recordamos que Sancho había comprado, por encargo de su señor, "dos o tres badanas grandes para hacer una fina adarga; la cual él hizo con ciertos papelones y engrudo, tan grande como una rueda de hilar cáñamo". 

¿Sancho fabricando una adarga con cuero zapateril y pegamento? ¿Qué chapuza es esa? Mi señor poseía "adarga antigua", herencia de sus antepasados.

Sobre la adarga, gigante y recién fabricada, iría alguna divisa que dijera de la pasión del caballero. Y un pintor añadiría, cuando fuera posible, dos hermosísimas doncellas con cara de enamoradas y un Cupido arrojándoles flechas.



Don Quijote se reiría del de las flechas y despreciaría a las enamoradas con una letra alrededor que dijese “EL CABALLERO DESAMORADO”. ¡Qué caprichos tiene nuestro caballero andante avellanado! Y, además, el mensaje es un tanto misterioso:

¿Cu?¿Cuernos? ¿Culo? Vuesa mercé me disculpe el vocabulario; mas sospecho que aquí se arroja algún dardo envenenado a Cervantes, no sé si de cornudo o de sodomita, grave acusación en aquel tiempo. 

- El tal Avellaneda arroja dardos envenenados, tiene razón mi señora, la que escribe. 

Lo de los cuernos es un juego fácil con el apellido Cervantes,  que de todos es sabido que los ciervos desarrollan cornamenta. Y tiene la mala baba de meter a doña Catalina de Salazar, la de Esquivias, en el saco infamante de las "cervantas", como llamaban las lenguas viperinas a las mujeres que vivían en el número 14 del antiguo Rastro de los Carneros, en Valladolid: esposa, hija, hermanas, sobrina y sirvienta.  Labraban camisas y otras labores.

Sancho pregunta por esa Cu y  la réplica de don Quijote es para leerla despacio y...no enterarse de nada:

-"No…que aquel Cu es un plumaje de dos relevadas plumas, que suelen ponerse algunos sobre la cabeza, a veces de oro, a veces de plata y a veces de la madera que hace diáfano encerado a las linternas, llegando unos con dichas plumas hasta el signo Aries, otros al de Capricornio y otros se fortifican en el castillo de San Cervantes”.



-Lo de la sodomía, lo consideraba don Miguel como una costumbre consentida y extendida entre los «bárbaros» turcos. En la historia de la morisca Ana Félix, es ella la que nos informa de que «entre aquellos bárbaros turcos en más se tiene y estima un muchacho o mancebo hermoso que una mujer» (Quijote , capítulo 2, 63).

Pero la biografía de Cervantes  parece indicarnos que estimaba más a una doncella hermosa, dicho sea con todos los respetos para quien estima más a un mancebo hermoso. El Avellaneda se meta la lengua en el Cu. En cuanto a lo del castillo de San Cervantes,  ya lo puso el deslenguado de Tordesillas en el famoso prólogo y ya le contestó don Miguel.

-A saber...Dejemos el oscuro fragmento. ¿O me lo explicará el sabio Alisolán? 

-No, quiere decir...mayormente lo que dice. Algo que se colocan algunos en la cabeza, mas bien se los colocan: cuernos como los del carnero, la cabra o los del "castillo de San Cervantes".

Sancho dice algo de esas plumas, no estarían mal si fueran de oro o plata;  mas su señor le advierte , con cierta brusquedad, que no le convienen; teniendo como tiene "mujer buena cristiana y fea". 

-¿Fea Teresa Panza? Fea será la Mari Gutiérrez avellanesca, que en ningún capítulo del Quijote cervantino dice que Teresa sea fea. Y todo un carácter, ya lo creo.

Dejémoslo y sigamos el camino, que don Quijote anuncia que tienen delante "uno de los mejores castillos que a duras penas se podrán hallar...en Milán y Lombardía". 
Y no era sino una venta, tendrán que recogerse en ella, que el sol se va poniendo.



 Don Quijote porfía que castillo y Sancho insiste en que es venta. Aciertan a pasar por allí dos caminantes, maravillados de ver a un hombre armado y con morrión, con el calor que hacía. A ellos se llega don Quijote diciéndoles:


Los caminantes se miran y le dicen que no son nada de eso. Sancho les pregunta si aquella casa es venta o castillo. Ante de que los desconocidos den su respuesta, don Quijote le recrimina por no ver los chapiteles, "la puente levadiza" y los fieros grifos que lo defienden. Los de a pie le informan: es la venta del ahorcado, llamada así porque junto a ella, no ha mucho tiempo, ahorcaron a un ventero ladrón.




Sancho habrá de ir delante, llegarse como un espía y medir las defensas del castillo: puentes levadizas, fosos, puertas, torreones, plataformas, puestos de guardia...si tienen abundante agua en las cisternas y cuántos defienden la fortaleza. 

¡En vez de cenar a placer, dedicarse a reconocer puentes y fosos! ¡Y el ventero, viéndole andar alrededor de la casa, midiendo paredes, pensará que es un ladrón y le molerá las costillas! 

Este Sancho no entiende lo que a una espía le toca hacer, siendo fiel, diligente y secreta. Es una orden.  "Ve al momento y haz lo que te digo sin réplica alguna"; como buen soldado español, destacado por su obediencia  a los superiores. El buen Panza irá a ver los fosos y demás. Y si no hay nada, se quedarán a cenar, que le "zorrían" ya las tripas.

Arrea al rucio, digo al jumento, y llega a la venta. Los torreones y fosos los tiene metidos don Quijote en la cabeza, que el escudero solo ve una casa con corralazo, una venta manchega como tantas.

-Las comparaciones son odiosas, pero entre esta venta y aquella en que fue armado caballero...hay distancia. Y no digo que esta sea mala, es entretenida, reconózcolo.





Pregunta si hay posada al ventero, hay posada y hay cena. Sancho da saltos de contento al oír nombrar la buena olla de vaca, carnero, tocino y berzas. ¡Y un conejo asado! 

 Pide cebada y paja para el de cuatro patas, va a la caballeriza a dársela; mientras tanto llega don Quijote sobre su rocín.

El ventero y los que están a  la puerta se maravillan de ver "semejante estantigua". Mira "de medio lado y con grave continente", pasa sin hablar y da una vuelta alrededor de la venta, mirándola por arriba y por abajo, midiendo a veces con el lanzón. ¿ Quién es este loco medidor?

Y, con voz arrogante, se dirige al "castellano de la fortaleza" y a los "caballeros" que la defienden. Les pide que le devuelvan a su escudero, que lo han prendido contra el orden de caballería, con el encantamiento de una vieja maga que tienen dentro. Si no lo vuelven, sano y salvo, les amenaza con pasar a todos por los filos de la espada y deshacer el castillo, piedra a piedra. También han de liberar a los cautivos que tienen en sus oscuras mazmorras. Y tira continuamente de Rocinante hacia atrás, que el rocín también tiene hambre, tanta como Sancho Panza. 


Maqueta del castillo de Burgos (Museo del Ejército)

Todos los de la venta están maravillados de que alguien les desafíe a batalla, se llegan a él y dejan hablar al ventero. No hay castillo, no hay más fortaleza que la del vino que es tan bravo que puede hacer decir mucho más de lo que él está diciendo. Le está llamando borracho, menos mal que no se entera...creo.


Castillo de Olmillos de Sasamón

Le asegura que, por la venta, no ha venido escudero alguno. Si quiere posada, tendrá cena, cama y una moza gallega de tetas grandes que le abrirá los brazos si  no cierra la bolsa. En buena hora nombra a la gallega porque ahora reclama también "a aquesa princesa gallega que decís".

Sancho le dice que bien puede entrar, que al punto de entrar él ya se dieron por vencidos. Que todos son amigos y les aguardan "con una muy gentil olla de vaca, tocino, carnero, nabos y berzas, que está diciendo: «¡Cómeme, cómeme!». Don Quijote se extraña de verlo tan alegre y le pregunta si no le han hecho algún tuerto o desaguisado. Sancho contesta que ya ve que tiene los dos ojos sanos. Desaguisado tampoco, aunque tienen guisada una olla y un conejo...



Don Quijote se convence, le parece que es "gente de buena condición, aunque pagana". Sancho juega con la palabra y responde que "en pagando tres reales y medio, seremos señores disolutos de aquella grasísima olla". 

El ventero dice a don Quijote que se desarme y que, pagando cena y cama, no habrá pendencia alguna; mas nuestro caballero no quiere hacerlo, que es gente pagana y no es menester fiarse. Sancho consigue que se quite el morrión y cena harto poco de la olla y el conejo, pues la cena se le va en discursos. El escudero da buena cuenta de ella, a dos carrillos y con la ayuda de un gentil azumbre de vino de Yepes.

-Un Sancho mucho más comilón y más amigo del vino.. Aunque tampoco a aquel se le daba mal empinar la bota. 



Alzada la mesa, y mientras Panza atiende al jumento, llega una moza gallega, fácil en el prometer y en el cumplir. Le pregunta si manda algo, tal vez quitarle las botas, limpiarle los zapatos o quedarse con él durante a noche "por si algo se ofreciere". Le parece recordar a don Quijote de otra vez, su cara y figura le recuerdan a alguien que quiso, "pero agua pasada no muele molino". 
Molino abandonado en Palacios de Benaver
Ese alguien la dejó, libre es, no es mujer de todos, "doncella pero recogida, mujer de bien y criada de un ventero honrado". Le cuenta que fue engañada por un traidor capitán que la abandonó y la robó, lo de siempre. Negras son las mujeres de su condición pero no tiznan, dignas son de lástima. Se lamenta y llora, sola y sin remedio.



Don Quijote es compasivo de naturaleza y no piensa en que está escuchando una historia mil veces repetida. Sus cuitas han ferido su corazón, jura por el orden de caballería que pasadas las justas irá donde el desleal caballero y desfacerá el agravio. 

-En eso, sí acierta el que firma Alonso Fernández. Don Quijote es compasivo de naturaleza. Recordad que muere como "don Alonso Quijano el Bueno".



El caballero andante comienza a novelar: mañana subid en vuestro palafrén, con el velo puesto, sola o con vuestro enano, yo os defenderé y os haré reina de algún reino o isla, os casaréis con algún príncipe poderoso...Id a vuestro blando lecho. ¡Qué historia para una mujer del partido! ¡Fiad de la palabra de don Quijote!
"La disoluta mozuela",  no entiende "la prolija arenga". Solo entiende que la despiden y se pone triste; adiós los tres o cuatro reales que pensaba ganar. Le dice que agora no puede salir de casa, le suplica que le preste dos reales que ha menester para pagar dos platos de Talavera que rompió fregando. Si no los paga, su amo le dará dos docenas de palos.


Plato de Talavera

-En lo de "disoluta", asoma la condición eclesiástica del Avellaneda. Huele a cura, bien lo sabéis vos, Cide Alisolán, moro de chapa. 

Don Quijote le dice que él será bastante para desafiar a quien osara tocarla, al amo y a todos los amos de castillos. Aquí está su brazo, podéis acostaros sin temor.

La moza habla otro idioma, mire si le hace merced de esos dos reales, que está para lo que él mande. El caballero andante no entiende "la música de la gallega" y le dice, ante el asombro de la pobre mujer:



La moza sabe que "quien mucho abraza poco aprieta" y le abraza por ver si saca los dos reales, a ella no se le pasa por la cabeza lo de los doscientos ducados.




Don Quijote sigue siempre el modelo de los caballeros andantes y nunca ha visto que, en trances así, hayan caído en deshonestidad. Llama a Sancho y le pide la maleta. Ha de abrirla y dar "a esta señora infanta" doscientos ducados, que una vez vengada de cierto agravio, ella le dará "no solamente eso, pero muchas y muy ricas joyas que un descortés caballero, a pesar suyo, la ha robado".

Sancho colérico se niega, no es acaso  la que antes le dijo en la caballeriza que si quería dormir con ella, por ocho cuartos. A fe que si la agarra por los cabellos, ha de saltar de un brinco las escaleras. La pobre gallega le dice:






Don Quijote maravillado le pide que le de luego los doscientos ducados y más, si pidiere, que mañana iremos a su tierra, donde seremos cumplidamente pagados.


Sancho dice a la mujer que baje donde tiene la maleta, de mala manera, con insultos. Le da cuatro cuartos, en ausencia de su amo, y amenaza:

"Por las armas del gigante Golías, que si decís a mi amo que no os he dado los docientos ducados, que os tengo de hacer más tajadas que hay puntos en la albarda de mi asno".

-Demasiado violento, no veo a mi Sancho amenazando a una mujer con hacerla tajadas. Aquí se le ha ido la mano al del apócrifo. Cervantes, tal vez porque vivió rodeado de mujeres, mostró una sensibilidad desacostumbrada en su tiempo. El Avellaneda no hubiera creado a una pastora Marcela proclamando: "Yo nací libre".

La gallega le pide que le dé los cuatro cuartos, que queda contentísima. Sancho se los paga y añade:


El ventero le llama para que se acueste en una cama que de dos jalmas le había hecho y durmió "muy de repapo", la maleta por cabecera.

-Lo de dormir se les da bien a ambos. ¡Qué dormir tan pesado el de los Sanchos!

Seguiremos el camino, me despido de vos, sabio Alisolán,  hoy tan callado. 

-Espero mejorar la voz, en la próxima entrada. Salam Aleikum. El té con menta hace milagros.

-Y de vos, Cide Hamete, que ya sé que andáis por aquí cerca, con vuestra pintura verde

-Pídole disculpas, que me dejo llevar por los sentimientos. Reconozco que no escribe mal el de Tordesillas.

Y de todos los que pasáis por aquí. Un abrazo de:

María Ángeles Merino

http://es.wikisource.org/wiki/Segundo_tomo_del_ingenioso_hidalgo_Don_Quijote_de_la_Mancha:_Cap%C3%ADtulo_IV
Alisolán habla en azul.
Cide Hamete habla en verde.
María Ángeles habla en negro.

5 comentarios:

Paco Cuesta dijo...

Tu labor constante y profusa resulta impagable, la constancia envidiable y como siempre aprendemos de tus entradas
"curradas a tope"
Un abrazo

Pedro Ojeda Escudero dijo...

¡Vuelve la olla quijotesca! Deberíamos ir poniendo fecha...
Veo que vas a tener que ponerles mordaza para que te dejen hablar, pero aquí vienen bien para comentar el chiste de los cuernos...

Ele Bergón dijo...

¡Ay! Abejita, que se te soliviantan esos magos del Cide Hamete y el Alisolán y que te va costando poner paz en ellos. Ahora que se te ve un poco el plumero de cómo el Cide Hamete te gusta más. ¡Toma, como a mi! En eso estoy contigo.

Ponte firme con ellos, que luego no te dejan hablar. Nosotros teníamos una profe que no se imponía y luego se le iba la clase. No, a los arrogantes hay que atarlos en corto que diría mi buen padre Sancho, que ya sabes que en este apócrifo no lo reconozco. No.

En fin, el Alonso sigue con sus desvaríos y mi padre con su glotonería.

Que dice la Ele que ahora te llama.

Choque de manos

El Sanchico.

Bertha dijo...

El de Avellaneda: nos esta sacando un Sancho un poco manipulador.-Aunque en el de Cervantes: en la primera parte era un interesado que por una ísula.Era capaz de vender hasta su alma.En la segunda parte: ya sigue el juego de nuestro querido Caballero.Y ante una olla grasienta que mas da el que pague siempre y, cuando caiga algun choricillo para las buenas tragaderas de este bien agradecido escudero.

Me encanta esta expresión " moro de chapa"

Muchas gracias MªAngeles es una gozada pasar por este rincón y poder disfrutar de estos buenos momentos.

Besos feliz fin de semana.

PENELOPE-GELU dijo...

Buenas noches, Abejita de la Vega:

Estás haciendo un trabajo impresionante.
Noto que voy olvidando muchos detalles, por lo cual, cuando acabemos el plazo fijado por el profesor para la lectura, me quedaré con el recuerdo del nuestro.

Abrazos.