miércoles, 30 de abril de 2014

"El oso poeta" y el oso que bebía Cola Cola.


Mira tita, una abeja.

Variación sobre el cuento "El oso poeta", del libro "Rosa-Fría, patinadora de la luna". Para la lectura colectiva de "La acequia", dirigida por Pedro Ojeda.

Era un día de vacaciones, Aitana y yo vivimos el cuento "El oso poeta", de María Teresa León. Como yo esperaba, el oso fue tan buen amigo como la patinadora, la tortuga o el lobito. Lo que no podía imaginar era que nos lo íbamos a encontrar. ¡Sí, al oso! ¡Y que Aitana me iba a pedir una variación del cuento!



Mira títa, me dijo, ahí está "El oso poeta". Y señalaba un cartel con un oso...¡el de la Coca Cola! Iba a explicarle que no era exactamente ese, pero Aitana no albergaba dudas:

¡Tita, porfa, escríbeme el cuento del oso poeta que bebía Coca Cola!

Y así lo hice, María Teresa León me perdonará desde la luna de Rosa Fría. Tomo prestadas algunas de sus hermosas palabras y un poco de su espíritu. Aitana también aportó ideas.




"El oso poeta que bebía Coca Cola"

Era un acartonado oso blanco, muy poco polar, que rascaba una botella con una cuchara como si fuera de esas de anís, algo  no estipulado en su contrato de animal publicitario. Marcaba el ritmo y venga a cantar algo que no sabía dónde había aprendido:

"En lo alto del cerro, cerrillo, cerrete..."


Porque su obligación no era cantar ni marcar el ritmo con los relieves del cristal,  debía beber y beber aquella famosa bebida marrón, "la chispa de la vida".



Pero su botella no era como la que cualquiera puede tomar en un bar, no, porque la suya no se acababa nunca y…ni siquiera era Coca Cola. El paciente oso la inclinaba y simulaba deglutir con fruición un  extraño líquido pardo, glu, glu, glu, burbujitas incluidas. ¿Se acabó? No porque inmediatamente había de  ponerla  de pie y vuelta a empezar. ¡Otra vez llena! ¡Era esclavo de aquel estúpido artilugio!



 ¡Se acabó! ¡Se escapó y se escondió entre las estanterías del supermercado! Buscaba el amor. Era un oso poeta. Incluso se había colocado unas gafas de juguete, perdidas, tal vez, por algún niño. Ahora veía por encima, como una abuelita o como un plantígrado intelectual. 



-"¿Dónde vas?-le preguntó la Vaca" que pastaba aburrida en la hierba rosa de una caja de leche desnatada.



A buscar a mi corza dorada.



-"¿Dónde vas?-le preguntó el Barco", uno enorme con muchos pisos, varado en un cartel que anunciaba un crucero por el Mediterráneo.



"A buscar a mi novia"

Y todos los productos del supermercado le preguntaron:

"¿Dónde vas?

Porque son muy curiosos y se cansan de esperar siempre en sus cartones pintados."


- "Eso no es serio" - dijo la lechera de la leche condensada, con el eterno cubo de leche a la cabeza.

- "Claro que no"- contestaron las sardinas de lata pintadas boca arriba y boca abajo.




Pero el Oso seguía cantando contento y "buscaba a su novia, porque hace bonito buscar una novia por el bosque una mañana de primavera". Todos lo sabían, era un oso poeta y su novia era una corza que vivía en la etiqueta de una lata de paté, sin saber para nada qué era eso del paté, pobrecita, mejor desconocerlo.


 
.
Y le habían visto preguntar, al muy iluso, por el precio del pasaje en aquel barco inmenso, para una paradisiaca luna de miel.

-No te vayas, que te pillará el guardia de seguridad, le decía el Osito mimoso de los suavizantes.



-¿Tú que sabrás de amores, chavalín? Me voy a buscar a mi novia por el bosque una mañana de primavera.

-Ozú, criatura, que por ahí fuera hace caló pa ti, le decía la señora antigua del aceite, siempre sujetando la rama de su eterno olivo.



Todos le advertían de que el bosque no era sitio para un oso polar, aunque fuera tan de mentira como él. Menos la vaca de los quesitos, una mala persona, que reía y reía. Y el chino del flan, ensimismado con su cantinela: "soy el chino capuchino mandalín, chin, chin".



Así que salió por la puerta trasera y nadie se dio cuenta, ni siquiera el de la porra. ¡Al bosque se ha dicho!

"Vente con nosotros" le decían las lilas de abril. 



-"¿Conoces los estanques donde se ahogan las hojas los inviernos?- siguieron las margaritas que son muy tiernas?"



Y el Oso seguía cantando:

"En lo alto del cerro, cerrillo, cerrete,
hay un viejo, viejillo, viejete.
Viejo, viejillo, viejete, 
corre y vete."


"...las margaritas que son muy tiernas"

-"¿Cómo te encuentras tan lejos de tu tela pintada?- le dijeron los patos."



-"Corre y vete" era la respuesta cantada del oso

De pronto, entre sus manos, la botella se convirtió en un ciervo y las gafas de juguete en una mariposa. Tenía que elegir entre el ciervo y la mariposa. ¿Cuál de los dos le llevaría hasta su corza "ojizarca, con las patas paticojas y el rabito parado enrevesado"


Siguió al ciervo, luego a la mariposa. Era muy torpe, uf, se sentó en el suelo a partir nueces con la rata. Y seguía preguntando:-

-"¿Has visto pasar a mi novia...ojizarca, con las patas paticojas y el rabito parado enrevesado" ?

¡Ay, no! La rata no sabía nada de novias ojizarcas. El oso lloraba. Un cerdito sentimental le decía, gru, gru, que no llorase.

Empezaba a oscurecer. "Buscaba a su novia y encontraba las zarzas y la pena desgarrada de los eucaliptos".

"...encontraba las zarzas"

"Lloraba de miedo, porque oscurecía"."Lloraba porque es el momento de llorar...porque es la hora en que , poco a poco, los fantasmas se congelan". "Y porque tiemblan las luces de ganas de encenderse y ninguna mano se atreve a prenderlas". "Y porque es hora de recordar sin saber lo que recordamos"."Y porque todo es y no es". "Y porque nada llegó y todo se espera" 

"Y porque tiemblan las luces de ganas de encenderse y ninguna mano se atreve a prenderlas".

"Con llanto fue haciendo una cascada, con la cascada un río, con el río un mar. Se encontró sentado en el mar, sobre el mar, entre olas verdes..."

"Con llanto fue haciendo una cascada..."

Y vio un pez y el oso seguía con su pregunta cantinela.-"Pececito de plata y oro, dime ¿has visto...?" No, la novia paticoja no pasó por las olas verdes. Y el oso no huyó de ningún cazador, huía de sí mismo y la vida cartelaria. Se echó a andar porque hacía sol y porque era poeta. 


El oso y el pececito se hicieron muy amigos, hablaron de redes, anzuelos y peligros, de cocos y niños que no se asustan, "de las velas que vacilan antes de hincharse de cielo". La luna los miraba. Y seguía mirando cuando apareció un barco.


Alguien gritó "¡Oso a la vista". Subió al barco por una escalera y todos le saludaron. Le recibieron como a un oso de negocios. Le dejaban entrar por todas partes y comerse el azúcar que el cocinero iba echando a la crema. ¡Qué rica!


Supo que el barco hacía cruceros por el Mediterráneo, era el del cartel del supermercado. Se puso muy contento cuando vio a una señorita vestida de azul que creyó reconocer. La señorita no se extrañó, no era la primera vez que veía un oso en el barco. Charlaron en inglés y bajaron juntos al comedor. Allí le hicieron bailar al son del pandero, como a todos los osos.



Los tenedores, los cuchillos, la sal, el pan y las servilletas. Eran unos quisquillosos que comentaban que el oso no sabía utilizarlos. "El camarero le volvió, displicente, la cabeza".

El barco iba cargado de naranjas, como todos los barcos de los juegos de prendas. Las naranjas subieron a cubierta, todo se llenó de naranjas. El barco no podía aguantar el peso, se hundía. El oso recordó que era poeta y recitó a la señorita de azul:







Naranjas y más naranjas. Hasta que apareció un cazador: "Yo os libraré del Oso". Entonces las naranjas se volvieron naranjitos para que el oso se escondiera.



Los azahares dijeron al Oso que le salvarían. Y todos los naranjitos se llenaron de flor. "El cazador sufrió un mareo horrible". El Oso le abrazaba, el cazador iba a clavarle un cuchillo. Pero "los clavos olvidados de un columpio le sacaron los ojos y cayó muerto".

El Oso estaba tan contento que sacó confeti de sus botas y se lo echó por encima. "La nieve. Así parecería un terrible oso de los círculos polares".



La nieve secó los naranjos y aparecieron "los renos, los trineos y las morsas". Aquello era el Polo. El Oso preguntó a un pingüino lo de siempre, si había visto pasar a su novia pelinegra. ¿Corzas en el Polo? Este oso era un tonto.

Lo llevaron a un bar debajo de la tundra, a comer helados de limón. No. ¡De fresa! Que a Aitana le gustan de fresa. 



El Oso tenía frío, se le habían escarchado los ojos. Encendió una hoguera. La nieve se derretía, se quedó solo encima de un témpano, en medio del mar.


Abrió los ojos. Despertó en lo de siempre, en el supermercado. Vuelta a la rutina de hacer como que bebía un líquido marrón. Glu, glu, glu, la chispa de la vida.

-¡Vaquita del cartón rosa! ¡Lechera de la leche condensada! ¿Cómo está usted señora del olivo? ¡Sardinillas! ¡Mandarín del flan! ¡Cartel del crucero! ¡Estoy aquí, otra vez con vosotros!

Se oía el ruidito de las cajas registradoras al abrirse, el rodar de los carritos. ¿Ticket para el parking? ¿Necesita bolsas? ¿Una moneda para el carrito? La rutina de siempre.



-"¿Dónde estáis? He hecho un largo viaje, tengo miedo. Os prometo no hacer versos ni extraviarme más...Quiero ser de cartón como vosotros...No me iré nunca más. Fueron locuras de juventud. ¡Escuchadme! "

Pasaron carros y más carros. Todos pudieron ver como un muchacho  colocaba junto a la boca del oso una pegatina con una lata azul, la de la competencia. ¡No, azul no! ¡Rojo sí! ¡Si me ven mis jefes me mataaaan!



Y aquí termina el cuento de "El oso poeta que bebía Pepsi Cola", digo "El oso poeta que bebía Coca Cola! 

Un abrazo para Aitana y para los que pasáis por aquí de:

María Ángeles Merino

miércoles, 23 de abril de 2014

"El lobito de Sierra Morena" y otros lobos.


-¿Un lobo lobo?

-“El lobito de Sierra Morena”.

-¿Bueno o malo?

-¿Tú qué cuentos de lobos conoces?

-Pues…el de Caperucita...el de los tres cerditos...el de los cabritillos y ese que tiene música...el de Pedro y el lobo. Unos tragones. Y les abren la tripa casi siempre. Y se la cosen, ay qué daño.



-Este, además de comilón, es avaricioso. Yo diría que es el más tonto de todos.

-Los lobos que ayudaron a Rosa Fría a llegar a la meta eran buenos.

-No, este es de los malos. Y acaba mal, muy mal.

-¿Es que todos los lobos son malos, tita?

 Los lobos de verdad, los que viven en el monte no son ni buenos ni malos. Son seres vivos que se alimentan de otros seres vivos, es algo natural, no hay maldad ni bondad en lo que hacen. 



-Pero los pastores se enfadan mucho cuando les comen las ovejas.




-¡Natural que se enfaden! ¿Sabes que, en Burgos, hubo un hombre sabio que siempre los defendía?



-Ya sé, el amigo Félix. Jugaba con unos lobos que eran amigos suyos. ¿Y los de los cuentos?

-Los  de los cuentos representan el mal, todo lo que nos da miedo y no sabemos explicar. Y, al final, se vence a unos lobos que se parecen mucho, mucho, a las personas malas; esas a las que no les importa hacer daño para conseguir lo que desean. Para que me entiendas, leemos "El lobito de Sierra Morena".

Leemos el cuento entre las dos. Aitana cierra el libro y me dice:

-¡Qué risa, tita? Este lobito habla como la tía Juanilla que me ve esperando el autobús del cole y siempre me dice "pero qué guapa y qué limpita te ha puesto tu madre".

-¿Ves lo que yo te decía? Es un lobo zalamero que habla así:

"Hola, compadre Cordero, ¿cómo se encuentra? Veo que su vellón está tan huequecito , que no se puede dudar de la limpieza de su madre. ¡ Y qué bien limpio que le manda al campo!...vas todo de traje blanco, ensortijado, recién peinado, acabado de lavar. No hay dos en la pradera que más destaquen..."

 -¡Qué cara! No se corta un pelo y dice que se lo va a comer.

- "No hay dos en la pradera que más destaquen, y he decidido comerte". ¡Anda! Encima dice que se lo va a zampar por ser el más guapo.



-El corderito tiene mucho miedo, pero se aguanta y le dice que está solito, que sus papás se han muerto.

-Y se inventa que va a heredar un campo y una encina. Y que con las bellotas de la encina podrá alimentar a seis cerdos. El muy tonto se relame pensando en unos cerditos que no existen.



-Como la lechera de otro cuento.

-El cordero, en muy poco tiempo, ha inventado un artimaña. Le explica, en un tono quejumbroso, que para recibir la herencia tiene que medir el campo. Y pide al lobo que le ayude. Y el lobo le mete prisa.

"Yo te ayudo, pero no vayas despacio, que se va acercando la hora de la siesta y has de hacer  el testamento dejándome el terreno"

-Es que el muy vago tiene que dormir la siesta. 

-El cordero le pide que se arrime a la encina y espere a que él ojee el terreno desde un altillo.

-El lobo piensa en los cerditos, qué ricos. El corderito baja la cuesta corriendo, corriendo y se echa encima del lobo. 



-Lo machaca contra el árbol y le rompe siete costillas. ¡Ya no creerá a ningún cordero!

-No espabila, andando, andando, encuentra a una yegua blanca.

-"Hola Comadre Yegua, ¿qué anda usted haciendo aquí; margarita como, trébol desprecio?"



-La yegua no tiene prisa para ir a casa, porque su marido pone el mantel, las servilletas, los vasos...Y al lobo le da risa que el caballo haga esas cosas. No sé de qué se ríe, no tiene gracia.

-Pues no; pero el lobo piensa, seguro, que eso es cosa de mujeres, digo de yeguas. Hoy diríamos que el lobo es machista.

-Y le dice a la yegua que se va a comer a su hijito, el potro. Que sabe a miel, pobre potrillo.



-Y la yegua, como el cordero, disimula el miedo y le dice: "¡Ah, no! Cómame a mí también"

-Y le enseña una pata, le dice que tiene una espina, que si la come con espina se ahogará. Y , muy lista, le pide que se agache para verla bien. ¡Y le arrea una coz que le manda al arroyo con las piedras!


-Y allí se encuentra con una cabra que, muy tranquila, le pregunta "de dónde llega usted tan sin aviso". Al lobo le da vergüenza que lo vean tan mal herido.

-Se inventa una trola, que está así porque ha querido aprender a volar.

-Y lo mismo que antes: "Préparese que tengo un hambre horrible y me la voy a comer". Ni siquiera disimula." Y la cabrita: "¡Ay! Mire Lobito hermoso: yo soy una pobre cabra, que nunca voló más que de peña en peña buscando ramajos para comer. Nunca mordí a ningún animal..."



-¡Todos son más listos que el lobo! La cabrita dice que está llena de barro y que el barro es muy...

-...indigesto para lobos. Pero va a comerse unas truchas y así mejorará mucho el sabor.

-Sí, son unas truchas muy gordas, muy gordas, tanto que bajan despacito, despacito. 



La cabrita dice que van a pescarlas con cesta. Luego se las comerá y estará mucho más rica. ¡Y la cabrita le da consejos de cocina! Perejil, jinojo, acederas, olivas, aceite y sal.

-Una ensalada de cabrita.

-La cabrita le da instrucciones, tiene que subirse a una cesta, dentro del río. Ata el rabo del lobo con la soga que cuelga de los mimbres. En el nudo está el secreto.

-No sabe na la cabrita. Y va echando piedras. La cesta se va hundiendo, el lobo grita y grita.

-"¡Ay, que ya se llena el río hasta los bordes! ¡Truchas, truchas del color de los membrillos! ¡Baila, baila, Lobo, lirón, bellaco, espantaniños. Mira cómo se llena tu cesta."
"¡Ay, Cabrita! ¡Ayúdame a salir que no te comeré. Juro no comer nunca ya más que avellanas toda la vida"

-¡Avellanas! ¡Trolero! ¡Ya no te comerás a los corderitos, ni a las yeguas, ni a los potrillos, ni a las cabras! ¡Ni a nadie!

-Y el lobo: "Esto me pasa a mí por medidor de tierras, por sacador de espinas y pescador de sierra".




-Y colorín, colorado, la historia del lobito se ha acabado. ¿Dónde está Sierra Morena? 

-Sierra Morena...la conoces. Cuando viajas a Burgos, pasas por Sierra Morena, por un puerto que se llama Despeñaperros.

-Pero me dijo papá que no mataban a ningún perrito. Cuando pase, a ver si veo a algún lobito de Sierra Morena.


Sierra Morena, puerto de Despeñaperros.

-Pero no será de los malos, Aitana. ¿No te ha dado miedo el cuento?

-No, ni un poquito. Y a Zahara, mi amiga que llegó cuando leíamos el cuento, tampoco. ¿Verdad, Zahara?

Hay quien dice que estos cuentos no son apropiados para los niños, hay quien dice que son catárticos y muy recomendables. No sé...lo que sí es cierto es que hay lobos muy malos, aunque no tengan cuatro patas. Y que este cuento de María Teresa posee además buenas dosis de poesía, a pesar de la inevitable violencia de un cuento que quiere construirse a la manera tradicional.

Y, como ha dicho Pedro Ojeda, hoy, en su entrada de "La acequia":

"La única forma de vencer a los monstruos es tomárselos a broma y alternar con ellos. Si se dejan, claro. Algunos demuestran una persistencia atroz."

Un abrazo para Pedro, Aitana y todos los que pasáis por aquí de:

María Ángeles Merino

Enlace: http://www.jesusfelipe.es/maria_teresaa_leon.htm

¡Feliz Día del Libro!

miércoles, 16 de abril de 2014

Aitana lee "La tortuga 427"

Así estaba el Parral el día 8 de abril de 2014, camino de la lectura colectiva presencial, a las cuatro de la tarde.¿Recordáis?

Comentario dialogado del cuento "La tortuga 427", del libro "Rosa-Fría, patinadora de la luna". Para la lectura colectiva de "La acequia", dirigida por Pedro Ojeda.

-Aitana, ¿leemos el cuento “La tortuga 427”?

-Sí, me gustan las tortugas. Tita, ¿te acuerdas las que vimos en Madrid?

-¿Las de la estación de Atocha?

-Sí, cerca del tren, en un jardín con palmeras y lluvia, al lado de las escaleras que se mueven.


-Pues la 427 era una tortuga tan viejecita que vivió con Noé. ¿Sabes quién era Noé?

-Sí. El que metió a todos los animales juntos porque llovía mucho. Lo vi en una peli de dibujos.



-Verás, dicen que Noé vivió hace más de tres mil años, en un lugar entre  dos ríos que se llaman Tigris y Éufrates. 

-¿Y es verdad que metió a todos los bichos en un barco? ¿Y no se hundió el barco?

-Los libros importantes, la Biblia y el Corán, nos cuentan la historia de Noé. Y también el poema del Gilgamesh que tiene muchos más años, tantos que se escribió en una tablilla de barro, mira aquí la tienes en el ordenador.



Nos hablan de un arca, una nave completamente cerrada. Tienes razón, no hay barco que pueda con tanto peso.



Pero, en el cuento, Noé y los animales viajaron en una ballena porque la madera se mojó y los toneleros no pudieron construir un arca. 

-¿Se los tragó la ballena?

-No, no confundas a Noé con Jonás. Se metieron en la ballena porque quisieron. Y la tortuga 427 fue muy importante.



-¿Y eso es verdad?

-Ni verdad ni mentira, es un cuento. Y ya te dije que en los cuentos todo es posible. Vamos a leerlo entre las dos, me han dicho que lees muy bien. 

Leemos el cuento turnándonos. Al día siguiente, coge el cuento. No lo abre y me dice.

-¡Pobre tortuga 427! 

-¿Por qué?

-Porque fue una valiente y muy lista, salvó a todos. Y acabó en  una alcantarilla.

- ¿Te acuerdas?

-Pregúntame.

¿Dónde estaba la tortuguita al principio del cuento?

-Tomaba el "five o'clock tea" como dice mi profe de inglés. No , no lo tomaba. Pero estaba en un sitio donde lo tomaban. A ella le gustaba más una hojita de lechuga pero va la tonta de la camarera y le pregunta si quiere pasteles o sandwichs. 


-Y como tenía el número 427 en el caparazón, le trae 427 pasteles y 427 vasos de agua y 427 servilletas. ¡Qué risa! 

- La tortuga solo quería hierba.

-Y se cree que el gorro verde de una chica es hierba...Pidió lechuga, cucarachas. No la oían. Guardó la cabecita en su concha.

-¡Nunca había oído música! Solo la canción de Noé. Y la gente hablaba, hablaba, muy alto, muy alto. ¡Pobre 427! 

-¿Cómo era Noé?

-Olía a berrañas y a cabra. Y no se lavaba. No sabía lo que era la lluvia. Le cayeron las gotas de agua y no entendía. 



-La tortuga estaba con Noé.

-Sí, porque iban a matarla para hacer un peine con su casita. 

-Pero entonces, llega uno de sus criados y le dice "llueve".

-Nadie habla, solo la tortuguita habla y le dice. "Padre...esto es el diluvio". 

-¡El diluvio! Recuerda que alguien le había hablado de que debía evitar algo. ¡Era el diluvio!

-Llamó a los animales. ¡Hijas! ¡Hijos! Tenían que subir al montecito. Noé estaba contento, le gustaban las gotas. Y cantaba a las nubes la canción: "cúcuru en pino".



-Lo leo: "Cúcuru en pino, y debajo del cúcuru un méeee". Ay, Aitana, me parece que Noé había tomado demasiado zumo de las uvas de su viña.

-Y "con el tínguili, tínguili, tínguili". ¡Qué gracioso ese Noé!

-¿Qué animales entraban? ¿Te acuerdas?

-Cabras, borregos, terneras, panteras, bisontes, palomas, gallos, avestruces, de todo. La tortuga se estaba ahogando, pero nadie la oía y pasaban por encima. Y Noé con el tínguili, tínguili, tínguili.

-El valle se hundió bajo el agua del mar y la del río. Se llenaban los pozos y las cavernas. Los pájaros caían al agua muertos de cansancio. Se apagaban las luces de las casas y se encendían los relámpagos. Un enorme vaho, un gran mugido cruzaba el cielo. Los toneleros de Dios volcaban sus toneles. La Tortuga dijo a Noé que había que hacer un arca.



-No, no podían, tita, la madera estaba mojada. La Tortuga le dijo que las ballenas flotaban. Y Noé mandó que trajeran una ballena. Pasó por allí una ballena libre y Noé le pidió que los llevara, pero dentro. Todo era agua.

-Entraron todos los animales, de dos en dos, de tres en tres. Cuando la tortuga quiso entrar...


Dibujo de Alberti

-...la ballena ya había cerrado la boca. La Tortuga subió al lomo, se asomaba a los agujeros y oía la canción del tínguili, tínguili, tínguili. Todos la cantaban. Solo ella sabía lo que pasaba fuera. ¡Qué miedo! ¡Cuánta agua! 



-El día 21 apareció el Sol con arcos de colores. 

-¡El arco iris! ¡El que sale cuando llueve y hace sol!



Foto de Julio Plaza del Olmo

-El día 31, una paloma salió para buscar los palomares muertos. El día 39, la Tortuga les gritó que ya podían salir, que ya no llovía. El día 40 soltaron otra paloma que tampoco volvió. Y fue la Tortuga la que con una hoja de perejil en la boca...




-...dijo a Noé que podían salir. Y salieron todos. Había mucho barro, pero estaban muy contentos, con el tínguili, tínguili, tínguili. Leones, caballos, vacas, todos con el tínguili de Noé.

-Noé se puso de rodillas. Sus hijos le limpiaron un poco y se marcharon cada uno por un lado. Noé se quedó solo. Sus hijos se alejaban cantando: "Cúcuru en pino y debajo del cúcuru un méee".

-No estaba solo, tita. La Tortuga y la Ballena estaban con él. Gritaban: padre Noé, eh padre Noé. Nada, ni caso. Se miraban con mucha pena y se fueron.

-¿Por qué tenían tanta pena?

-Porque esperaban que Noé les diera un premio por haber salvado a todos los bichos y a todas las personas.

-Les dolía la ingratitud, Aitana. Cuando haces algo por los demás esperas que lo reconozcan.

-Bueno, hicieron el bien y ya vale.¿No?

-Sí, cariño, es suficiente. 

-La Tortuga estaba en el salón de té, la camarera le puso 427 pasteles, 427 vasos de agua y 427 servilletas. La pisaron. Un perro la lamió. No quería que la mirasen. Se sentía mal.

-Veía 427 bocas que se reían, 427 bocas que comían. Se sentía pequeña, tonta, solo era una tortuga más, por culpa del ingrato Noé. Era la 427 que amaestró un señor despistado que la dejó allí olvidada.

-No era una más, era la que salvó a todos, tita.

-Tienes razón, aunque  la empujaran a la calle. Aunque  le dieran un puntapié y acabara en una alcantarilla.

-Igual la tortuga prefiere una alcantarilla a un sitio donde tomar té.

-Tienes razón. 

-¿Y si la llevan a Atocha que allí llevan a las tortugas abandonadas?

-Es un idea. En el Jardín Botánico sería feliz.

Otro día, leeremos otro cuento de este libro, Aitana. Y lo comentaremos, lo podrás leer en el blog. 



Besos para Aitana y para todos los que pasáis por aquí.

María Ángeles Merino