jueves, 25 de abril de 2013

"Francamente, preferiría que se ocupara otro...tengo mis motivos. Y deberías imaginártelos"

Lectura de primavera "La marca del meridiano"

Comentario a algunos contenidos de la novela "La marca del meridiano", de Lorenzo Silva. Para la lectura colectiva de "La acequia", dirigida por Pedro Ojeda.

Así es, no considero nunca al deber como algo opcional, por muy fastidioso que  sea. Disculpen, se presenta, de nuevo, la sargento Virginia Chamorro, a las órdenes del brigada Rubén Bevilacqua. Junto con el guardia Arnau formamos un buen equipo. Sí, ya sé que lo tradicional en la Benemérita es la pareja...

Es horrible, el subteniente Robles no murió por ahorcamiento, fue algo peor. Lo torturaron salvajemente: quemaduras de plancha en el pecho, el abdomen y la espalda. Eso solo con levantarle la camisa, más abajo..."interrogatorio mariachi" dice Vila. "Desgarros en zona anal y perineal sugestivos de introducción violenta de objeto...". Paro cardiaco, a quién no se le pararía el corazón...Todo ello en la apacible Rioja.

Apacible Rioja, río Ebro a su paso por Briones

El capitán Reinares tomó medidas para que no se hicieran más fotos que las nuestras y  ha mantenido a raya a la prensa. Aparte de eso, los asesinos podrían llevar móvil con cámara y flash, algo tan común hoy en día; tal vez retrataron al cadáver, para mayor escarnio... Vila conoce a la mujer de Robles, espera que no vea nunca la imagen de su marido muerto, en el puente. Confiemos en que no lo cuelguen en Internet, sería doble colgadura, como a Gadafi.

Consuelo, la viuda,  llega a la Unidad riojana, ha hecho un viaje precipitado desde Barcelona, le acompaña  su hijo, militar profesional, recién llegado de Afganistán. Unos sesenta años, alta, de aspecto descuidado pero imponente...En sus buenos tiempos, seguro que fue resultona, ya que no guapa.

 Me choca su disgusto, en absoluto disimulado,  ante la presencia del brigada Bevilacqua. La única cara conocida debería ser un alivio... El saludo no puede ser más áspero: "¿Qué haces tú aquí?". Rubén trata de templarla: "lo siento de veras, Consuelo...Lo de tu marido y lo que sea que te disguste de verme. Lo que hago es lo que me toca, por ser lo que soy. Me han mandado, en este trabajo no se elige."

No me extraña que a esta mujer la llamaran "la Sargenta". Qué carácter, después de la respuesta razonada y serena del brigada, todavía insiste: "¿Y no había otro?". La respuesta de Vila es contundente : "Es posible. Pero mi jefe pensó que yo era el mejor. Trataré de demostrarle que no se equivocaba. Y también a ti, si te dejas". Le da igual, ella a lo suyo. Todavía añade: "Francamente, preferiría que se ocupara otro".

Estoy segura de que Rubén saca fuerzas para la réplica: tú no lo organizas, tendremos que soportarnos, no sé qué te parece tan mal, agradezco la oportunidad, sabes que lo apreciaba, me esforzaré...A otra ya la hubiera frenado en seco. 

Lo que dice ella, a continuación, me lo apunto: "...tengo mis motivos. Y deberías imaginártelos". No sé qué comparten estos dos , mas yo lo relaciono con lo que Vila me está ocultando. Por fin, desiste: "Bah, qué más da. Son lentejas, supongo."

Son lentejas, pero no tienes la opción de dejarlas, querida Consuelo. Qué burra, ni una lágrima, no mira a nadie a la cara, nos lee la cartilla y exige que te exige. Su hijo, un mocetón empequeñecido a su lado, no dice ni mu.  Por fin, pregunta dónde está el cuerpo, ya era hora, hija. Lo llevarán a su pueblecito leonés, todavía tendrán que soportar un entierro rural castellano, "berlanguiano" diría mi brigada.


Después de "tendremos que hacerte algunas preguntas", Consuelo se suaviza y escucho, atónita, el diminutivo "Rubencín". Habló con su marido cuando salió de casa por última vez, después no la llamó en todo el día, ni siquiera por la noche, hacía ya mucho que se les había pasado "la tontería de novios". Un matrimonio más que enfriado, "un ten con ten y para de contar". Ni curiosidad por saber lo que estaba haciendo el subteniente, ni dónde. Por lo visto,ni le preocupaba el pensar que fuera algo peligroso.

Asisto, sin perder detalle, al interrogatorio, mi brigada no ha dejado de abastecerme de munición para una escaramuza que más tarde o más temprano le tocará librar. Insiste en que no tiene ni idea acerca de las "chapuzas" que Robles realizaba para ganarse un sobresueldo.

Al día siguiente, ante el cadáver, amortajado y compuesto, Consuelo suelta algo que hace sentirse muy incómodo a su hijo, el sargento de Infantería:

"Mírale...Bien plantado hasta el final. Viéndole así, hasta doy por bien pasados todos los disgustos que me dio. Por lo menos, los sufrí por un hombre que todas me envidiaban"

Ya tendremos ocasión de hablar con ella, más adelante, más tranquilos. Rubén la tranquiliza, no será un interrogatorio personal y la viuda responde: "Ay, muchacho, se te han puesto algunos pelos blancos, pero en el fondo sigues siendo un inocente. Todo es personal, al final".

Rubencín, muchacho, inocente...espero con curiosidad la próxima entrevista con la singular viuda. Será en su casa de Barcelona.

Allí la visitamos, poco después, en Sant Vicenç dels Horts, comarca del Baix Llobregat. En un barrio de viviendas unifamiliares que se desparraman por la montaña. Predomina la construcción de medio pelo...Robles no contaba con otra fuente de ingresos que el sueldo en la reserva, no podría costearlo sin rentas complementarias. A Vila le consta que las tenía, debíamos explorar su volumen. Ciento sesenta metros construidos en una sola planta, con sótano. No era de las más grandes.



Consuelo aparece al minuto de apretar el timbre. Sus pasos son cortos y desganados, viste ropa gastada y deportivas, lleva el pelo descuidado, es un anciana. Se aparta y nos invita a entrar, asumo el papel de exploradora y paso la primera. Me sigue, indeciso, Arnau. Vila se queda tras la viuda que no acepta la cortesía de caballero antiguo. Accedemos al salón comedor, una mezcla de muebles antiguos y modernos, algo de IKEA y su rincón: ordenador portátil nuevo e inmenso televisor.

Tomamos café y Consuelo se explica. Esta es "nuestra casa", rectifica "mía y del banco, ahora". Lo compraron hace diez años, cuando Robles considera que ya no le iban a mover más. No le hacían gracia los "catalinos", pero sus hijos ya estaban hechos y a Rafael le gustaba. No iba ella a aguarles la fiesta. Y si le hablan en catalán, que lo entiende, contesta en castellano, que ellos también entienden.

Vila decide meterse "en terreno farragoso". Le pregunta si le queda hipoteca aún. Con los ahorros, pagaron una parte,  el resto a veinte años. Le quedan unas ciento veinte mil por pagar. Si ella no puede amortizarlo, sus hijos  lo harán. Trabajan, tienen nómina corta pero fija.

Más farragoso todavía:

"Me dijiste en Logroño que hacía trabajos que le daban para sacarse un complemento a la paga de la reserva...Lo que me cuentas ahora me invita a interpretar que no le rentaban gran cosa"

Ella no es ninguna incauta. Responde: "Yo sé del dinero que traía y que me daba. Nada más". Entonces mi brigada se vuelve hacia la televisión: "esa tele vale un pico".

Consuelo lo reconoce, es de las más caras y  Rafael la pagó a tocateja. Le resta valor, manifiesta que, desde que las hacen los coreanos , cualquier pelagatos puede poner cine en casa.
Los tres pelagatos presentes pensamos en la que tenemos en el salón.


¿Y el coche? El BMW fue un chollo, a través de uno que los trae de Alemania, lo que se dice siempre.

De pronto, se muestra fatigada por la insistencia. Con esos trabajos se permitieron algún capricho, mas no salieron de pobres. Ahora le pregunta si  ha descubierto algo tan feo que no pueda contárselo.

Vila recuerda que es él el que manda y la informa de la obligación moral que tiene de responderle. Ella explota: "¿Vas a llevarme al cuartelillo?"

No, ya no hay cuartelillo ni es necesario. Lo que te está diciendo, Consuelo, es que le cuentes todo lo que sepa. Y añade algo que me gusta: "Mis compañeros son de mi absoluta confianza".

Ya hemos tomado el café, a la viuda no se le escapa el detalle de mi bloc y lo que llevo apuntado en él. Me mira de hito en hito con cierta inquietud.


 
¿Quién lo empleaba? Su marido le hablaba de gente relacionada con la hostelería, pero ella piensa que eran de esos que "andan mezclados con alguna otra cosa". Por las horas y la necesidad de seguridad, deduce que no era cosa de cafés ni de menús del día...Iba mucho de noche, volvía al amanecer o hacía noche...Decía que el dueño sólo se fiaba de él para mover dinero, cuando la caja había sido grande. Que alquilaba apartamentos y él cuidaba de que no los deterioraran...Cuánto disparate.

Aquel jueves se llevó maleta, pensaba hacer noche. Bevilacqua da otra vuelta de tuerca, esta será la definitiva:

"Perdóname, Consuelo, pero, ¿tu creías de verdad que le daba solo para comprarte una tele grande y un coche de segunda mano? ¿O para comprarse él ese BMW de ganga traído de Alemania?"

Baja los ojos, le tiemblan las manos, suena la taza contra el plato. Ya está. Confiesa, le dio para algo más. Ha sido una tontería no decírnoslo. Se acaba de dar cuenta de que podemos mirar los papeles del banco y todo eso.

Respira hondo y habla mirando a Vila:

"En los últimos tres años, quitamos doscientos y pico mil euros de la hipoteca".

¡Casi nada! Se sincera: "Puedo decir que soy pobre, pero, sin ese dinero extra, acabaría deshauciada, como tantos ahora".



Doscientos mil euros de ahorro en tres años son de una dimensión económica que va mucho más allá del nivel corriente de los subtenientes, incluso de los que hacen chapuzas.

Consuelo está mucho más que nerviosa, pregunta si vendrá Hacienda por ella. Rubén ha de administrar su angustia, que le conviene, en una medida que no le haga sentirse indigno. Procura tranquilizarla: "No tiene por qué...Depende del fiscal y lo que  haga el fiscal depende mucho de lo que nosotros escribamos en nuestros informes. Me conoces un poco, Consuelo. No empujaré para que te embargue Hacienda y te echen de tu casa. No es eso a lo que me dedico..."

No perseguimos a Rafael, ni a su mujer, sino a quien le hizo tal salvajada,  lo tenemos claro los tres del equipo.

Todavía queda preguntarle por las llamadas que recibía su marido. Cuando le habla de  una mujer exranjera que llamaba con frecuencia a Rafael, se queda quieta, como fulminada por un rayo. Se levanta y vuelve con un móvil. La foto de una mujer morena sonriente. Un día, mientras él estaba en la ducha, vio su móvil encima de la mesita de la entrada. Recibía en ese momento un mensaje, era la foto, solo tuvo que copiarla. No sabe nada de ella, solo que es joven, que en su alegría hay todavía algo de inocente y que una parte de su cuerpo no se debe a la Divina Providencia. Miro bien la foto, parece que la Naturaleza recibió una ayudita.

Así es la mujer de Rafael Robles, todo un carácter. El desdichado subteniente pasó al otro lado del meridiano y hubo un momento en que quiso volverse atrás. Y no fue posible. Drogas o prostitución, o las dos cosas. No les puedo decir, prefiero que lean a Lorenzo Silva, no a la mujer que no para de darle a la tecla del ordenador.


 
Les saluda:

Virginia Chamorro, sargento de la Guardia Civil.

Un abrazo de:

María Ángeles Merino

Las palabras en naranja están copiadas directamente de: "La marca del meridiano", Lorenzo Silva, editorial Planeta, primera edición.

sábado, 20 de abril de 2013

La Historia de Castilla y León en plastilina.

El castillo y el león tan amigos.

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Actuales Cortes de Castilla y León
 
Los castellanos del mañana.
 
 
Las veinte escenas de Plasti-Historia reflejan hitos  históricos y hechos concretos de la historia de Castilla y León, recreados por la Fundación Educa. En Burgos, están expuestas hasta mañana en el Monasterio de San Juan.
 
Por su gracia y su valor pedagógico, os las coloco aquí.
 

jueves, 18 de abril de 2013

"Para Chamorro el deber, incluido el más fastidioso, no tenía nada de opcional"



 
 
Se presenta la sargento Virginia Chamorro, de la Guardia Civil.

Como usted dice, le miro como si quisiera fulminarlo. Y le espeto: "Tú te estás guardando algo". Porque mi sexto sentido femenino no me falla y le conozco como si lo hubiera parido. Son quince años juntos. Me salto la benemérita jerarquía: "No te lo consiento". Él había comenzado por hacerse el idiota, ahora se planta ante mí y me sostiene la mirada. Me explica:

"No tengo por qué contártelo...si no es imprescindible...No lo sé y, mientras no lo sepa, mi deber es guardar discreción"

Estoy enfadada, no merezco esa desconfianza. Me da la razón, no la merezco, me promete que no dejaré de saberlo si llega a hacer falta que lo sepa. Dejo caer, agriamente, que no espere una medalla. Me voy hacia el coche y lo dejo en sus cavilaciones;  sabe que esperaré el tiempo que haga falta, el deber fastidioso no es opcional.


Espero a Ruben y al joven guardia Arnau, al volante, con el ceño fruncido. Bevilacqua es un viejo zorro que sabe esperar a que desaparezcan los nubarrones. Ahora atraviesa una etapa de resignación, ha caído en la cuenta de que, en un país en crisis, la "pobreza moderada" del funcionario no deja de ser un privilegio costeado con los impuestos. Ha andado preocupado por los estudios del chico  y le hizo mucho daño lo de aquel criminal que el juez echó a la calle, con lo que le costó atraparlo. Fisuras del sistema, escasos recursos, negligencia y errores de sus señorías...con esos toros lidiamos. Vila estuvo tentado de pedir la baja en el Cuerpo...
  
Ya no van en bici...
 

 Habían matado a uno de los nuestros, a un subteniente en la reserva, en Logroño. No, parecía tener nada que ver con "los cuatro gatos" que seguían en la lucha armada... El brigada Vila lo conocía, había trabajado y aprendido  con él, era Robles, yo también lo conocí...mucho menos.
 
El coronel Pereira le mostró la foto del cadáver, atroz. Colgado en un puente, tras torturarlo y matarlo. No era un amigo íntimo, hacía mucho tiempo que Bevilacqua no hablaba con él; pero eran muchas las horas y leguas de camino compartidas. Y mi brigada siente agradecimiento por los que le enseñaron el oficio, siempre lo manifiesta así. La vida les condujo por caminos diferentes. Robles se pasó al lado oscuro, traspasó el meridiano...
 
 

 
El coronel duda de la frialdad de Vila, tan sentimental, ante la muerte de un amigo, pero no tiene a otro mejor´; así que adelante. Nuestro jefe inmediato, el comandante Rebollo, solo puede decidir los medios que pone a nuestra disposición; qué poca gracia le hace que se metan en su parcela para organizársela, pero son órdenes del gran jefe. "Dios ha hablado y los fieles obedecemos".
 
El brigada pide el equipo habitual: servidora y Arnau. La cabo Salgado se le queja: "nunca me llevas". Es una cuarentona que conserva el cetro de "tía más maciza de la unidad" y lo cultiva con entusiasmo; a pesar de los suplicios a los que se somete. Porque la talla 36 a los cuarenta es muy costosa. Vila prefiere reservarla para la retaguardia, opta por mi experiencia...supongo. ¿O hay algo más?
 
 
Así que, a levantar el culo, a la carretera los tres. En el maletero, los tres macutos de emergencia. Ya voy siendo un poco mayor para tantas jornadas imprevistas e interminables lejos de casa. La treintena se me acaba, tal vez una oficina, una familia...No, y es porque yo lo quiero, aunque alguno de la unidad lo dude. No tengo vocación de casada ni de arrejuntada, perdón por la palabra.
 
Soy como la Marcela del Quijote, sí, aunque estudié Matemáticas, me gusta la Literatura, leí el Quijote y subrayé aquello de "Yo nací libre". En lugar de hijos propios, cuido a una "especie de niño malcriado con galones de brigada". Y tengo que aguantar que algún deslenguado grosero cambie Chamorro por Machorra.
 
Marcela quijotesca
 
Tenemos muchas horas de camino hasta la Rioja y hablamos del pobre Robles,  jefe de Bevilacqua durante tres años, en Barcelona:
 
 "Sesenta y dos años, subteniente del cuerpo en la reserva. Hoja de servicios brillante, dos cruces...diez años en el norte...policia judicial en Cataluña"
 
 
No es muy ortodoxo que mi brigada lleve este caso, habiendo trabajado con el subteniente asesinado; pero si Pereira ha dado la bendición...Le pregunto si tiene alguna teoría acerca del crimen. Vila opina:
 
"...Robles, después de cuarenta años de benemérito y de haber llevado ante los jueces a decenas de malos, podía tener una legión de gente que lo quisiera bastante mal, como para desear hacerle daño. Pero como la tengo yo, o la tienes tú...estaba jubilado...alguien que hubiera rumiado durante años la venganza...los desquites...se dan mucho más en caliente"
 
¿Sólo eso? Le busco los ojos en el retrovisor, no esquivo su mirada. Recalco: "era tu amigo". Le manifiesto que si Arnau y yo estamos en la cacería tenemos derecho a saber si le mueve "algún afán particular".
 
Al cabo de los años, el brigada y yo sabemos leernos más allá de las palabras. Seguro que, en su interior,  reconoce nuestro derecho y  le inquieta. Nos dice que no tiene sospecha ni afán particular, más allá de su gratitud con el que fue su maestro. Y añade:
 
"Creo que hay cierta justicia poética en que el saber que él me transmitió sirva para que ahora los suyos tengan consuelo y para que quien le hizo esa canallada acabe en el agujero que merece"
 
 
Arnau se siente incómodo entre los dos. No puede más y manifiesta, conciliador,  que por su parte ya le basta.
 
Le castigo con el silencio. Hay que repostar, necesito un café, que soy yo la conductora.
 
Tomo el desvío de la gasolinera. Seguiremos hablando. Un saludo de:
 
Virginia Chamorro, sargento de la Guardia Civil.
 
Un abrazo de
 
María Ángeles Merino
 
Las palabras en naranja están copiadas directamente de: "La marca del meridiano", Lorenzo Silva, editorial Planeta, primera edición.

sábado, 13 de abril de 2013

El maravilloso viaje de la Mosca Cojonesson

 
Julio Plaza, nuestra mosca viajera, nos ofrece este interesante reportaje sobre su viaje a Suecia, con la "chispa" que le caracteriza y que ya conocéis. No, la abejita sólo vuela en el área comprendida entre San Amaro y Fuente del Prior, los de Burgos entienden, como mucho seis kilómetros siguiendo el río Arlanzón. Gracias, Julio, por compartir tu viaje.
 
Había una vez un niño muy gamberro, que le daba por hacerle perrerías a los animales. Un día, aprovechando que sus padres se fueron a misa, volvió a las andadas, y de casualidad, se encontró un duende al que también le hizo pasar un mal rato. Como venganza, el duende le convirtió en un gnomo. Entonces pasó una bandada de gansos salvajes, y el ganso doméstico que tenían en la granja quiso irse con ellos. El niño trató de impedirlo, subiéndose a su cuello, pero el ganso consiguió remontar el vuelo, y se fueron los dos a recorrer el país.

Este es, de forma resumida, el comienzo de "El maravilloso viaje de Nils Holgersson", escrito por Selma Lagerloff a principios del siglo pasado (que dicho así, parece que fue hace mucho), y eso es lo que ilustra el billete que encabeza esta entrada.

Tranquilos, que no me he subido a ningún ganso, sino que me metí en las tripas de un pájaro de metal para volar a las tierras de Nils, y de un tal Gustavo Adolfo, que no era poeta, sino rey de Suecia, para luego cogerme otro avión y darme otra vuelta más por Bruselas antes de llegar finalmente a casa. Sí, un viaje tipo, "si hoy es Jueves, esto debe ser Göteborg".


Salí de Madrid a las 12 de la mañana, y a las 14.30 estaba en Bruselas. Tenía que hacer cambio de avión... Me puse a buscar la puerta de embarque, y resultó ser la misma que por la que acababa de salir. Es decir, que me tenía que montar en el mismo avión del que me acababa de bajar. Es como para decirles "oiga, que si eso ya me quedo aquí sentado en mi sitio". Pero como no iba a colar, me fui a comer algo rápido, y esperar que me dejaran montar de nuevo. A las 15.30 estaba ya de nuevo en el aire de camino a Suecia.

Contrariamente a lo que uno podría suponer, lo primero que se ve cuando llegas a Suecia no es un almacén gigante del IKEA. Lo que se aprecia desde el avión a estas alturas del año es una tierra amarilla y seca, con tristones árboles sin hojas. Que uno se piensa que debe de estar haciendo un calor sofocante, hasta que ve el primer lago congelado. ¡En pleno Abril, y los lagos todavía congelados!. Es más, yendo del aeropuerto a Göteborg, pasamos por zonas donde las rocas todavía conservaban unas capas bastante gruesas de hielo.

Es la tercera vez que voy a Göteborg. La primera, tenía 2 años. Llegué con alergias, y me fui sano como una rosa. O eso dice mi santa señora madre, que yo no me acuerdo. La segunda fue hace (...raíz cúbica de ocho, dos, con dos de chica y tres de duples, más la integral cúbica del seno cuadrado.... mejor saco la calculadora) 23 años, en el 89. Vinimos de vacaciones en coche desde Madrid. Pero el caso es que a pesar de estas dos visitas anteriores, no recordaba nada de la ciudad.

Normalmente, uno tiene imágenes o recuerdos de las ciudades que ha visitado: piensas en París, y recuerda la Torre Eiffel, los campos elíseos, el Louvre. Londres, el Puente de la Torre, y el botellón en Trafalgar Square. Oslo, el puerto visto desde el castillo de Akhersus. Roma, el Coliseo y el foro. Washington, el Mall y el Pentágono visto desde el avión. San Francisco, el Golden Gate y un edificio con forma de pirámide muy estrecha y alta. Pero, ¿Göteborg?... Los columpios que había detrás de la casa de mi tía. Y un erizo que nos encontramos en el jardín. Es todo lo que recordaba.

Y seguiré sin recordar nada en especial, porque la ciudad no tiene mucho que ver. Tiene algún rinconcito de donde se puede sacar alguna foto mona, un canal que atraviesa el centro...

 
Un puerto donde está la ópera, al lado de un edificio horrible que no sé lo que es...

 
La estación central. Y esta estatua ecuestre de un tío que lleva por arma unas varillas de batir huevos.

 
Y las obras. Muchas obras. Hay ciudades, que si las pillas en un mal día, es difícil tener un buen recuerdo. Me pasó con Amsterdam hace ya ... la tira de años, que la visitamos bajo una pertinaz lluvia, y no me entró. Göteborg entre las obras, y los parques secos, tampoco me ha entrado.

Aparte de estas cosas, lo que más me ha llamado la atención es la infraestratructura dedicada al deporte. Hay dos estadios juntos. Uno es el estadio de Ullevi, y a lo largo de la misma avenida hay varios pabellones y polideportivos. Uno de ellos llamado Vallhala, que para quien no esté versado en mitología escandinava, es el equivalente al Olimpo, pero con Odin, Thor y Loki entre otros dioses. En otra avenida, cercana a mi hotel, había varios campos de futbol a pleno rendimiento con varios partidillos sumltáneos. Al día siguiente, a las 8 de la mañana ya había gente entrenando. Así que Göteborg es una ciudad muy deportiva.

También tiene su rinconcito para los deportes de motor: aquí, el troncomóvil de los Picapiedra en versión monoplaza para la Fórmula 1. Y la versión biplaza para el campeonato de rallies. Creo que estas es una de las pocas nuevas imágenes que tendré de Göteborg.

 
Antes he hablado de la casa de mi tía. Sí, tengo familia en Göteborg. Mi familia por parte paterna siempre ha estado muy dispersa. Tengo primos en Suecia, uno en Brasil, y otros más por México y Alemania, pero que hace tiempo vivían en Albacete. Aquí la gente se suele reír sin pensar primero en que hay más Albacetes en otros países que no son España. Pero no es el caso. Era el Albacete español, sí. El gen viajero, y el de los idiomas me vienen por parte paterna. Lo siento, Mami.
El caso es que dado que no voy todos los días por Suecia, aproveché para ver a mis primos los suecos. Me recogió mi prima a la salida de mis reuniones, para llevarme al teatro de la ciudad, donde trabaja mi primo, para charlar tranquilamente tomando un té. A mi primo debe ser la tercera o cuarta vez que le veo en toda mi vida. A mi prima la habré visto un cuatro o cinco veces más, porque ha venido más veces a España. La última vez que les ví fue en 2006, cuando la arañita y yo pasamos por el juzgado. ¡Para casarnos, no piensen mal!

El día siguiente fue muuuuy largo. Comenzó a las 4 de la mañana. Salí del hotel, y estaba nevando. Sí, en pleno Abril. Ahí estaba yo, en la parada del autobús, bajo la nieve y al lado de un cartel que ponía "Hej Sommar!". Premio para el que entienda la gracia del asunto.

Tenía que coger un vuelo a las 7 para Bruselas. Me subí al autobús del aeropuerto a las 5, con un conductor extrañamente jovial. Todavía me pregunto por qué. Imagino que es adaptarse o morir, porque en los meses de invierno la luz diurna se reduce a unas pocas horas entre las 10 de la mañana y las 4 de la tarde. Junto con el frío y la nieve, es un lugar no apto para maníacos depresivos.

El caso es que ahí estaba yo en el aeropuerto... y para ser las 6 de la madrugada había mucha gente. Y jaleo. Qué activos estaban los niños, leche. Aquí uno luchando por no quedarse dormido, y los niños montando escándalo, corriendo, jugando... El avión salió con media hora de retraso porque tuvimos que esperar a los técnicos que tenían que quitar la nieve de las alas del avión. Por fín salimos, y llegué a Bruselas a las 9. Justo a la hora a la que comenzaba la reunión. Que iba a llegar tarde de todas formas, porque aún llegando a la hora prevista, todavía tenía que coger el tren para ir al centro. Al menos, en Göteborg facturé la maleta (cosa que no suelo hacer) hasta Madrid para no tener que cargar con ella.

Esta reunión afortunadamente era corta. A la 1 y media estábamos fuera y comiendo en un restaurante cercano. Teniendo en cuenta que mi desayuno había consistido en una magdalena y un té de aeropuerto, mis tripas agradecieron la carbonada flamenca, y la Creme Brulee (como la crema catalana, pero en belga) que me metí entre pecho y espalda. Luego no sé exactamente que pasó, pero nos quedamos 4 españoles y un italiano hablando en inglés.

El Rinconcito Bruselitano

Creo que voy a tener que hacer un sección específica en las crónicas de mis viajes. Con tanto paso por Bruselas, la verdad es que no hay mucho que contar, pero siempre hay algún rinconcillo o anécdota nueva. Hoy les presento esta tienda: La Cure Gourmande.
 
 
Es una tienda de galletas y pastas variadas que están muy ricas. La descubrí en Estrasburgo hace ya... algunos años. Ví otra igual en París, y en Bruselas también la encontré en nuestra primera visita. A la Arañita no le gusta que me vaya de viaje. Pero si me voy, me tiene prohibido volver sin galletas de estas.
¿Y os acordáis en mi último viaje, de las bicicletas del aeropuerto de Bruselas?.

 
Confieso que me he montado. E incluso, reconozco que he dado pedales. Más aún, vestido con chaqueta, ni siquiera iba en chándal. Pero ya entiendo por qué hay cola para subir: porque hay un cable con conexión gratuita a internet.

Llegué a Madrid por fin a las 11 de la noche. Que desde las 4 de la mañana que llevaba despierto, significa que apenas podía con mi alma.

Pues nada amiguitos. Hasta el próximo viaje.