lunes, 1 de diciembre de 2008

El cura echa un rapapolvo a don Quijote que se pone colorado y se hace el sueco.Las mujeres que leen, como Dorotea, son peligrosas.


 
Comentario al capítulo 1, 29 del Quijote, publicado en "La acequia", en la entrada "Una ficción para salvar de la ficción", del día 27 de noviembre de 2008.
¡Hola Pedro! Otra vez, andan mal los canalículos. En este capítulo que parece sólo de paso, destacaría, coincidiendo contigo, a Dorotea como lectora secreta y empedernida de novelas de caballerías y excelente actriz; a los "negros" de la fantasía ambiciosa de Sancho; la escena cómica de la mula derribando al cura comodón ,con la barba del barbero despegada y , por último, a Cervantes disculpándose, vía regañina del cura , por si las moscas, de la desobediencia a su Majestad ,liberando a los galeotes, ,aunque el desacato lo haya cometido un loco muy loco.
En el capítulo anterior, vemos a Dorotea mandando a sus labradores, bordando, hilando, cosiendo, tocando el arpa y, entre tanta labor doméstica y tanta música, leía algún libro devoto…No, no conviene demasiada lectura a una mujer y menos de asuntos mundanos. A lo largo de los siglos y hasta hace relativamente poco, ahora son las que más leen, no se consideraba adecuada la lectura para las mujeres, no vaya a ser que espabilen y …

Pero, Dorotea, en este capítulo, al oír al cura el plan para “remedio de don Quijote”, se ofrece con entusiasmo, desea el papel de doncella menesterosa porque “había leído muchos libros de caballerías y sabía bien el estilo que tenían las doncellas cuitadas”. Se le ha escapado. ¡Muchos libros de caballerías! Casi tantos como el señor cura , el cual trae preparado el argumento de la farsa que van a montar, en torno a la princesa Micomicona, venida desde Guinea, o Etiopia, qué más da, en busca de don Quijote para deshacer un agravio que un gigante le tiene hecho.
Vuelve el fantasma del burro Guadiana, al quedarse Sancho a pie; pero da por bien empleada la incomodidad ,“por parecerle que ya su señor estaba puesto en camino, y muy a pique de ser emperador; porque sin duda alguna pensaba que se había de casar con aquella princesa, y ser, por lo menos, rey de Micomicón”.Los “negros” de su fantasía ambiciosa, nada menos que “treinta o diez mil vasallos”, nos escandalizan a los lectores del siglo XXI. Consideramos la diferente mentalidad con que se juzgaba la esclavitud en el siglo XVII.; sin embargo, ya en el siglo XVI, cuando Juana la Loca lleva a Flandes sus esclavos negros, en la corte de Bruselas se critica esta costumbre “española” de la reina.
Cervantes mete entre col y col, lechuga. De vez en cuando busca la carcajada. Hay un tipo de lector que también interesa. Nada mejor para eso que una caída y si se cae un cura comodón, mejor. Y si al barbero escudero se le sueltan las barbas, se las vuelve a poner y… ¡magia!...más risas.

Termina el capítulo con un “por si las moscas” de don Miguel, volviendo a los galeotes, que ya llovió desde dicho capítulo. El señor licenciado echa un rapapolvo, manifestando que “debía de estar fuera de juicio, o debe de ser tan grande bellaco como ellos, o algún hombre sin alma y sin conciencia, pues quiso… defraudar la justicia, ir contra su rey y señor natural, pues fue contra sus justos mandamientos”. ¡Ir contra el Rey! .Don Quijote está loco, pero se le muda la color y no es tanta su demencia como para confesarse como libertador.
Y...fijémonos que termina el capítulo con la palabra “suplicio”… Un abrazo bloguero:

María Ángeles Merino

Pedro Ojeda Escudero  nos hace los siguientes comentarios:

Abejita de la Vega, en su entrada que no parecían sino pedazos de blanco cristal, lleva a cabo un buen análisis del capítulo XXVIII al referirse tanto al narrador como a la figura de Dorotea. Además, da claves artísticas que nos ayudan a comprender mejor las fuentes de este personaje. También publica una entrada, escrita por Ele Bergón, en la que Sanchico nos da cuenta de la desaparición de su padre, que anda por el monte en compañía de un cura y un peluquero. Si es que le van a matar a disgustos al pobre Sanchico.

ABEJITA: Muy bien visto estos motivos que señalas como el centro del capítulo. El de la mujer lectora lo amplío en las Noticias del sábado. Gracias por la ampliación en la cuestión de los esclavos negros. Y, como bien señalas, la escena cómica del barbero sin barbas y el cura actuando, consigue sacar una sonrisa entre tanta información como se nos ha dado en los últimos capítulos. Un abrazo. Y es bueno comerse una X de vez en cuando.
 

6 comentarios:

Pedro Ojeda Escudero dijo...

El título que has dado a esta entrada me gusta mucho y es muy oportuno. Y la cita-imagen del libro sobre la peligrosidad de la mujer lectora.

Ele Bergón dijo...

Hols abejita, ya sabes que el libro lo leí y me gustó mucho, por el texto y las imágenes. El siguiente que publicaron sobre las mujeres escritoras me desilusionó bastante. Creo que no aportaba nada nuevo.

Besos. Ya sabes que ando un poco liadilla.

Kety dijo...

– Leopoldo Alas Clarín “...No me gustaría que mi mujer tuviese más talento que yo...”
Clarín debía pensar lo mismo.
Un abrazo Abejita

Abejita de la Vega dijo...

Caray con don Leopoldo.Pero no hay que extrañarse,los más cultos innovadores son también fruto de una educación discriminatoria.
El pedagogo Rousseau,proponía educar a Emilio para la libertad y a Sofía para el sometimiento.En vez de escriura, bordado de iniciales...ésa es una de las lindezas roussonianas.
Un abrazo Kety, se te echaba de menos.

Manuel de la Rosa -tuccitano- dijo...

las mujeres son peligrosas siempre...yo amo el peligro... y por ende a las mujeres...buen resumen...saludos

Abejita de la Vega dijo...

Gracias, Manuel.Tienes razón, somos peligrosasa siempre. Pero, hoy en día,las que no leen, lo son más.
Un abrazo bloguero